En la cuenta del Tejo -Tajo en portugués- en las tierras que riega su afluente Divor, se encuentra Arraiolos, una de las muchas villas del Alto Alentejo con castillo famoso y singular, ya que es un simple círculo amurallado amplísimo, con todos los elementos de fortaleza medieval. Correspondía a todo el perímetro de la población en el siglo XIII, cuando se construyó, y está situado en la cumbre de la colina ahora vecina a la actual villa.

La población tiene varios monumentos, casi todos del siglo XVI, como el Pelourinho, los Paços de Concelho, la Fonte de Pedra y la Igreja Matriz, ésta ya barroca del XVIII. Arraiolos tiene fama histórica y nacional por sus tapetes bordados, que se siguen haciendo de modo artesanal y que son objeto de exposición en la visita a la Fábrica de Tapetes Hortense, situada en el centro del pueblo.

A unos dos kilómetros, en un ambiente natural muy bonito, denominado Vale das Flores, está el Convento dos Loios, del siglo XVI, que es una edificación renacentista-manuelina y con añadidos posteriores, que se conserva muy bien y en la actualidad es una pousada abierta al turismo. Tiene claustro, salas conventuales y una preciosa iglesia revestida en su interior por completo de azulejos de aquella época, que le dan un aire acogedor y casi mágico.

Y a unos diez kilómetros, la fregresia de Pavia, que pertenece al concelho vecino de Mora, tiene una curiosa construcción, rara para los fonáneos, aunque a los alentejanos y ribatejanos les resulta familiar porque se pueden ver en numerosos lugares de la región, es el Anta-Capela de S. Dinis: un dolmen megalítico de cuatro metros y medio de diámetro, al que en el siglo XVII le añadieron complementos de construcción para convertirlo en una capilla cerrada, con altar, azulejería y puerta.