La caída de ciertos regímenes como el de Sadam Hussein, ponen al descubierto la forma de vivir de los clanes familiares, rodeados de lujo oriental, en palacios donde todo lo que reluce es oro de 18 quilates cuando no directamente de 24. Recuerdo cómo nos escandalizó, sobre todo a los pobres de bolsillo, aquel garaje en el que uno de los hijos del tirano iraquí, atesoraba un buen número de coches de alta gama.

Este tipo de cosas no suceden únicamente en repúblicas bananeras, satrapías de toda clase y condición y países por el estilo donde la democracia es una palabra desconocida. Este tipo de cosas suceden también en países considerados democráticos, en países de primer orden, pertenecientes a ese orbe donde en teoría los derechos no se conculcan y donde los políticos son elegidos mediante sufragio universal. Por cierto, tanto como se despotrica desde la izquierda más radical, y aún desde la otra, de la monarquía por aquello de que la jefatura del Estado es hereditaria y pasa de padres a hijos y, ya ve usted, en Cataluña, sucede tres cuartos de lo mismo sin necesidad de tener monarca. Pujol designó a Mas como su "hereu" a sabiendas de que el verdadero "hereu", su hijo Oriol, se iría forjando en puestos de responsabilidad en la Generalitat hasta que llegara su hora.

Pues bien, una de las joyas de la corona familiar, Jordi Pujol júnior, es el propietario de una escudería que para sí hubiera querido Uday Hussein, el mayor de los hijos del dictador iraquí a quien tanto gustaban las grandes cilindradas. Según la Dirección General de Tráfico, el hijísimo es propietario de seis coches de alta gama a saber, dos Porshes, un Ferrari, un Jaguar, un Lotus y un Mercedes, pero no un Mercedes cualquiera de los que pueden estar al alcance de una buena retribución salarial, no. Los coches tampoco estaban en un garaje cualquiera a la vista de los curiosos. Los coches estaban a buen recaudo en una nave, lejos del mundanal ruido, a disposición del propietario para fardar fuera de España.

Y todos nos preguntamos, ¿para qué quiere Júnior tantos autos? Con uno para callejear y otro para las grandes solemnidades, y ya me parece mucho, aviado iba. Pero no, esta gente trata de distinguirse de los demás, de poner distancia con los demás, a fuerza de tener más que los demás. Es una lástima porque en el caso de los Pujol, más es menos, una vez que se ha producido la confesión y puesto al descubierto su enorme fortuna repartida por bancos de trece países entre los que se encuentran Croacia, Islas Caimán, Gabón, Uruguay, Luxemburgo o Liechtenstein. Y quién nos dice que en todos esos países los chicos Pujol no tienen coches por el estilo para ir de banco en banco.

Y luego hablamos de los zapatos de Imelda Marcos, de los coches de Uday y del afán por coleccionar dólares de Fidel Castro, una de las mayores fortunas del mundo. En España y más concretamente en Barcelona hay una familia que reúne todas esas aficiones y algunas más relacionadas con la corrupción en sus peores manifestaciones. Se apellidan Pujol Ferrusola y son miembros de una escudería de cuidado, de mucho cuidado, la tristemente célebre escudería Pujol.