Ha sido como en el viejo cuento del lobo, tanto decir que llegaba la crisis, la crisis económica, y al final ha llegado pillando a todos por sorpresa. En especial, claro, al Gobierno, por lo que se advierte, que pese a que la recesión y la época de las vacas flacas se veía venir de lejos no ha sido capaz de controlar y frenar la subida de los precios de los productos y servicios más básicos. Y eso que ya en noviembre del año pasado, el índice de precios al consumo, el famoso IPC, advertía de manera rotunda que la inflación se había disparado en España y que podían llegar tiempos de menor bonanza y de mayor dureza económica, en especial para las familias de menor renta, como siempre.

Lo que se dijo entonces es lo mismo que ahora se dice por parte de Solbes y los suyos: que si se trata de una cuestión coyuntural y pasajera, debido a la crisis de las hipotecas-basura americanas, y que no repercutirá en cualquier caso en la zona europea. Pero pese a la credibilidad que aún detenta el vicepresidente de las finanzas, ya no se confía tanto en sus palabras porque el hecho cierto y real, por mucho que se pretenda enmascarar y minimizar, es que la inflación ha subido en un año nada menos que un 4,3 por ciento, a expensas de la confirmación oficial, algo que no ocurría desde hace más de una década y de lo que sólo cabe responsabilizar a Zapatero y a su Gobierno, que no han sabido o no han podido detener esta escalada de los precios. Porque tan fuerte repunte inflacionista da la casualidad de que únicamente se ha producido en España. Efectivamente, y como señalara Solbes, la crisis no ha repercutido en Europa, concretamente en la zona del euro, pues los países de la moneda única han tenido un índice de aumento de precios bastante más moderado, un 3,1 en concreto, lo que les sitúa en un porcentaje admisible, y aun así hacía seis años que no se llegaba a cifras similares, lo que viene a demostrar, también, que algo está sucediendo y que aquí no se han sabido tomar a tiempo las medidas oportunas. Se sostiene desde el Gobierno que la situación remitirá notablemente en los próximos meses, que el precio del dinero y del petróleo no subirán y que será más factible un adecuado control de la inflación, pero habrá que verlo. La gente, en la calle, parece preocupada como pocas veces por este asunto. Y es que a la subida constante de los productos alimenticios de mayor consumo se ha unido con el comienzo de año el incremento de las facturas de la luz, del gas, del butano, del agua, de los transportes públicos y tantos otros, que resultan demasiados. Además de los pensionistas, 40.000 trabajadores zamoranos tendrán que ser resarcidos del desfase del IPC, según se prevé en sus convenios colectivos, pero habrá sectores, como el de los funcionarios y otros más, que seguirán perdiendo poder adquisitivo. Se comprende la preocupación que se ha generado. Una situación que a dos meses de las elecciones generales puede perjudicar muy seriamente al PSOE y beneficiar claramente a la oposición del PP. En lo que afecta al bolsillo, los ciudadanos suelen hacer pocas concesiones si es que hacen alguna.