Cómo han cambiado las cosas desde que José y María se dejaron guiar por Dios allá en los primeros años de nuestra era, hasta hoy en pleno siglo XXI. Qué distintas son las personas. Si hoy, en medio de esta sociedad enturbiada por tantas mentiras y caracterizada por la desconfianza, se nos apareciera en sueños un ángel para decirnos que la mujer con la que estamos a punto de casarnos está llena del Espíritu de Dios, y que va a dar a luz a un Hijo que es Dios mismo, ¿nos fiaríamos? Salvando las distancias, obviamente, ¿seríamos capaces de confiar en Dios? Seguramente José ya había descubierto en María una serie de características que la diferenciaban del resto de las muchachas judías de su tiempo. Diferencias que sin lugar a dudas le habían enamorado. Lo que está claro es que José y María ya eran terreno abonado para acoger la semilla de la Palabra de Dios. Eso de que Dios actúa, que no abandona a su pueblo, que sostiene en su tribulación a los que en El confían, ellos lo sabía desde niños e intentaban vivirlo cada día. José y María habrían programado su vida. Habrían hecho planes de futuro, la casa, los niños, el trabajo... Y de pronto? Dios se mete por medio.

Ya digo las cosas han cambiado. Hoy las jóvenes parejas piensan poco en Dios; eso de hacer planes de futuro es útil para ver como nos complicamos menos la vida; lo que nos enamora muchas veces del otro no es su interior, sino su cuenta corriente, y en el tema de la fe? José creyó firmemente, sin reservas. Se entregó a una tarea nada fácil, y poco "presentable" a los ojos de la sociedad judía de su tiempo. Y además no dudo en ser el hombre del silencio. No buscó protagonismos, no ocupó primeros puestos. Realizó su misión en silencio pero con la eficacia que sólo quien confía plenamente en Dios sabe realizar.

Y María ¿qué? La mujer sencilla que siempre se fió, que siempre permaneció fiel, que se esmeró por hacer de su vida hogar para todos los hombres sus hermanos.

¡Qué pareja esta! José y María. Y en medio, el misterio del Dios amor que se encarna en nuestro mundo, que nos ama, nos salva y lo hace en forma de un niño pequeño, pobre e indefenso.

Este es el misterio de la fiesta que hoy celebramos. Una familia de verdad; un amor de esposos sincero y puro, entrelazado con una fe que espera en Dios, y que hace visible a todo el mundo el Misterio de Dios alumbrado en el Mesías, el Salvador.

Familia del siglo XXI, ¿estás en crisis? Mírate en un espejo peculiar, el de Jesús, José y María, revive tu fe, ama sin límite y lo demás... Dios lo dará por añadidura.

(Formador del Seminario Menor)