Decíamos ayer que se vive en el "Estado de la Mentira", bajo el dominio de Belcebú señor de las moscas. "Se miente más de la cuenta, / por falta de fantasía", rimó Antonio Machado: más duro el lord que invita a comprobar que los más tontos son los mayores mentirosos; no es necesario dar pistas para confeccionar el "mentirologio" nacional, pues nadie se identifica con la obviedad del estulto que se siente impune. Hoy es Martes de Carnaval, culminación y clausura de la fiesta universal de las apariencias. Con razón se dice que todo el año es Carnaval porque no hay día sin carnavalada. Las falsas apariencias mienten y engañan, mas no duran: Lope de Vega, metido a moralista lo confirma: «que no hay tan diestra mentira, / que no se venga a saber»; coincidencia plena con el dicho que previene de que todo lo oculto terminará por ser descubierto; ayer mismo traíamos aquí la cita que, con toda seguridad, mañana tendremos ocasión de repetir, ya que así están las cosas. El "camuflaje" es arte de lo perecedero a corto plazo: el pueblo lo entiende por aquello que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Tal vez una de las apariencias más falsas y cultivadas con mayor empeño sea la ofrecida por el Real Madrid, en los años últimos de sus interminables tribulaciones. Es la conclusión nada gustosa del discurso que endilgó a la clientela de la cafetería un indignado forofo comentando las negras peripecias del Real Madrid pasado por las armas del Mallorca. Ningún crítico gana en dureza a los "tifosi" defraudados por el equipo de sus amores, dicho sea en lenguaje coloquial de forofos. Todo en el Madrid de estos años ha sido cuento, pura filfa, pontificaba el incansable orador buscando el asentimiento que la concurrencia no le negaba. Es falso el "miedo escénico" del Bernabéu inventado por el "che" que se las daba de culto parlante... pero ¿quién le teme al lobo ex feroz? Y continuó, sin tragar saliva: El "equipo de los galácticos" no es más que un globo del periodismo madridista, que ha desinflado muy pronto por falta de aire. (¡Es una pena!; ¡impotencia y torpeza!, clamaba el energúmeno ante cada pifia -una tras otra- de su equipo). La audiencia, desesperada por lo que estaba viendo, parecía animarle a seguir con sus diatribas; y el hombre, con la venia asegurada, siguió: Este es el cuento de nunca acabar: un entrenador de postín, nos decían; luego, otro, otro, otro, otro, otro... la tira. Y ¿qué decir de los jugadores fichados? Se cuenta que en Brasil están preocupados porque está bajando el censo de población por culpa de don Florentino, un gran empresario pero tuerto en cuestiones futbolísticas. Es de agradecer que haya llenado las arcas del club, pero el aficionado quiere buen espectáculo en el campo. Un juego que no ofrecen esos caros jugadores que salen más en las revistas del corazón que en el "Marca"; luego se quejan como las folclóricas de la copla. Ronaldo denuncia que el madridismo no les da cariño; pero, hombre, el cariño no se regala, se gana. Le dan una soldada enorme que para sí quisiera un banquero, y a la que últimamente no corresponde con el juego que cabe esperar de sus condiciones excepcionales.

Se acabó el partido. Los televidentes se disponen a salir del bar, cariacontecidos, cabreados. El orador aprovecha el último momento, mientras se abrigan, para rematar la perorata: ¿Alguno de los circunstantes ve remedio a esta situación que abochorna al madridismo militante y fiel? El presidente don Florentino Pérez ha reforzado, bien o mal, las estructuras administrativas de nuestra gloriosa -tiempo ha- Sociedad; con generosidad de nuevo rico ha llevado a cabo costosos fichajes de entrenadores y jugadores de fama universal, pero muchos no han respondido a las justificadas expectativas de los fichadores. ¿Qué debe hacer ahora, cambiar de presidente? La gente sale de prisa y lo deja con la pregunta en la boca. Entonces se fija en mí; debo parecerle mollar como a las gentes que en la calle o en el Metro suelen acercárseme en solicitud de alguna información puntual. Recuerdo al tranviario orgulloso de que el público siempre se dirija al personal uniformado. No llevo uniforme y sin embargo, soy solicitado por el Castelar de la noche: ¿Qué debe hacer, me espeta, el presidente del Real Madrid? Pues, le contesto, si es verdad que el club

nada en euros, debería echarle una OPA al Barça por todo lo que vale; si Montilla actuara de intermediario, mejor que mejor; cierto que el Barcelona C.F. es "más que un club", pero también es verdad que la pela es la pela. No celebró mi ocurrencia el buen forofo; se le nota, se dolió que no siente los colores del Madrid. Me expliqué: Verá usted: hace años y por algunas de las engañifas que con tanto convencimiento ha explicitado, dejó de preocuparme el tema.