‘El primer día de mi vida’, de Paolo Genovese: redención en el limbo

Protagonizada por el inagotable Toni Servillo y por una de las actrices italianas más habitual en los últimos tiempos, Magherita Buy, ‘El primer día de mi vida’ responde a una cierta idea de cine italiano de autor y comercial al mismo tiempo, siendo también un relato de corte fantástico planteado de manera realista.

El punto de partida es curioso. A un hombre, dos mujeres y un niño sin ánimo para seguir viviendo se les presenta el misterioso individuo al que da vida Servillo, algo así como un ángel caído, o quizá la muerte cansada al estilo de ‘Las tres luces’ de Fritz Lang y ‘El séptimo sello’ de Ingmar Bergman, pero con otro estilo de representación. El individuo les propone que contemplen durante una semana cómo sería el mundo sin ellos y a ver si, de este modo, vuelven a tener ganas de vivir.

El director Paolo Genovese parte de una novela de él mismo para tejer las relaciones entre estos cuatro personajes y su demiurgo, y lo que esperan de un mundo del que han deseado desaparecer. Algunos diálogos y situaciones nos sitúan en un relato un poco ‘new age’, sin aristas oscuras, demasiado plano para las tensiones morales que se supone han experimentado varios de estos personajes abocados al vacío. Los intérpretes cumplen allí donde el guion se enquista y pierde la fluidez que los compases iniciales de la película si poseen sobre el misterio insondable de la existencia humana.