Tanto la candidata del PP Clara San Damián, como su coordinadora de campaña y diputada nacional Maite Martín Pozo intentan lanzar el mensaje del miedo, de "cuidado que Guarido puede ser alcalde". Digo yo que tendré tanto derecho como ellas. En su artículo del domingo día 10, la señora Martín Pozo nos decía lo de siempre: que si desconocen la declaración de bienes de Guarido, cuando saben que mi sueldo de media liberación en el Ayuntamiento es de 915 euros al mes y se publica en el BOP, y el de "mi señora" (utiliza aquí el machismo rancio de siempre) y actual portavoz de IU en el Ayuntamiento, es el de maestra y se publica en el BOCyL.

Por lo que respecta a que hemos hecho cosas ilegales en la precampaña que, por cierto, siempre fueron autorizadas en su momento por alguna Junta Electoral, sorprende que lo digan los que han llenado su Caja B con dinero de comisiones y de la corrupción como han dicho los medios de comunicación y los tribunales. Otros calificativos como "castristas" no merece la pena contestar.

Tienen miedo de que "Guarido sea alcalde" porque quizás no hubiera permitido el llamado en el Ayuntamiento caso Martín Pozo, del que he tenido conocimiento recientemente a pesar de tener cierta antigüedad.

La historia comienza en el año 2003, siendo alcalde Antonio Vázquez, que inició un Programa de Realojo para familias con problemas económicos financiado con el dinero de la venta de parcelas municipales. La operación era sencilla: el Ayuntamiento compraba viviendas de segunda mano baratitas, y se las transfería a estas familias, que habían sido ordenadas en una lista por concurso. El intermediario de la operación, para que todo fuera limpio, era Cáritas.

Las propuestas de compra de esas viviendas eran dirigidas a todas las inmobiliarias interesadas de Zamora, previa petición de oferta de la abogada de los servicios sociales municipales. Las inmobiliarias ofrecían; el Ayuntamiento en su caso compraba, siempre con la supervisión de los asistentes sociales para ver las condiciones de habitabilidad, y se la entregaba a Cáritas que a su vez firmaba los papeles de transferencia a la familia.

Sin embargo, se coló en este proceso limpio, coordinado y vigilado, una vivienda de la que no tenían noticias los funcionarios y por lo tanto no fue supervisada. Nada se hubiera sabido si el caso no explota de la mano de la mujer con tres hijos a quien se la dieron. Protestó por las malas condiciones que tenía esa vivienda y por la imposibilidad de vivir allí, lo que trasladó en un escrito realizado a mano y que consta en el expediente. Decía sentirse engañada por la abogada.

Comienza la investigación de los servicios sociales y de la policía municipal, y lo sorprendente es que concluyen que dicha vivienda, comprada por el Ayuntamiento y que ningún técnico supervisó, era propiedad del padre de la que entonces era en el Ayuntamiento jefa del Departamento de Servicios Sociales y que también actuaba como abogada municipal para todas las transferencias de viviendas del Programa de Realojo. A la sazón, la señora Martín Pozo.

Lo certificó la policía, Cáritas y los funcionarios municipales del Departamento. Todos al unísono dijeron por escrito que no sabían nada del asunto y se desvinculaban de cualquier responsabilidad.

Enterado Antonio Vázquez del follón montado por la que entonces era funcionaria del Ayuntamiento y abogada para estos temas, ordenó al que entonces era jefe del Servicio de Urbanismo y también abogado que inmediatamente fuera a la notaría a deshacer la compra de esa vivienda. Cosa que efectivamente se hizo, pasando primero a Cáritas y después al familiar de la abogada, a la que se obligó a hacerse cargo de todos los gastos de la notaría ¡Cómo vería la cosa Antonio Vázquez para tener que dar esas órdenes el 17 de febrero de 2003!

Pues con "Guarido de alcalde" estas cosas se vigilarían más. Que salgan a la luz historias como estas no es agradable. Pero ya está bien de que el PP esté sembrando dudas sobre mí, y que la señora Martín Pozo se atreva a decir que soy "el político menos transparente de la democracia" (¡).

Lo que realmente les duele a los caciques del PP es que haya sacado todos los trapos sucios del Ayuntamiento para conocimiento de los zamoranos, y que no me haya doblegado ante las cuatro querellas que unos y otros, relacionados con el PP, me han puesto. Y que todas por cierto han acabado en la trituradora de papeles del juez.