Menos de medio minuto después del fogonazo de Alaphilippe, ganador ayer, Jaime Rosón cruzó la meta de Lans-en-Vercors tras una jornada en la que volvió a exhibir su gran condición de especialista en la montaña. Al zamorano, menos explosivo que muchos de los capos del pelotón, le faltó chispa para pelear la etapa, pero se mantuvo firme con los mejores en las primeras rampas de exigencia de la Dauphiné. Como dos gemelos, Soler y él defendieron el buen nombre del Movistar Team en una etapa en la que el equipo recibió el premio de la entrada en el "top diez" de la General por parte del catalán. A 24 segundos de su compañero marcha Rosón, decimoséptimo ya, antes de que la carretera se empine aún más.

De este modo, el zamorano pudo avanzar ocho posiciones en la clasificación después de una jornada marcada por varios factores de desgaste: la persecución de la escapada, la mala climatología, el ritmo machacón de los Sky y, finalmente, el olor a sangre que despertó en las figuras del pelotón ver la agonía de Darío Cataldo, que fue eliminando a sus compañeros de escapada, pero que vio cómo se le atragantaba en exceso la última ascensión, un puerto de tan solo cinco kilómetros, pero con una pendiente media cercana al 8% que acabó con la gasolina del veterano corredor del Astana.

El final de la aventura del italiano se produjo ya dentro del último kilómetro, el momento en el que se desataron las hostilidades en el pelotón de treinta hombres que había sobrevivido a la etapa. Por el camino se quedaron algunos grandes corredores, uno de los últimos, el doble ganador de etapa en el Tour de Francia Warren Barguil. Rosón, por su parte, aguantó bastante tapado, sin hacer la goma atrás, pero sin exhibirse en exceso, consciente de que queda mucha tela que cortar tanto hoy como mañana.

El zamorano perdió contacto con la cabeza del grupo cuando apenas quedaban 600 metros para la línea de meta. Ahí, Dan Martin se lanzó a por el triunfo, sabedor de que, si esperaba, sus opciones se verían muy limitadas, con hombres como Alaphilippe al acecho. El francés también tenía en mente que, ya en esa tesitura, él era el hombre a batir, así que agarró la rueda de Martin y espero el instante propicio para dar el hachazo. Ya experto en estas lides, el joven depredador del Quick Step aceleró en el punto indicado y se impuso con suficiencia, mientras Geraint Thomas y Bardet observaban la escena también en primer plano.

Por detrás fueron entrando los demás corredores en un reguero, cada uno como pudo. El más feliz, Gianni Moscon, que perdió ocho segundos, como Marc Soler, pero que pudo arrebatarle el amarillo a su compañero Kwiatkowski, que cedió nueve segundos más. Rosón fue vigésimo quinto en meta, un puesto por delante de Nibali, que esperará otra ocasión mejor para cazar alguna etapa en la carrera.

Habrá que ver si es hoy, en una nueva jornada durísima. Más corta, eso sí, de 130 kilómetros por terreno escarpado, sin grandes puertos hasta el final, pero con muchas trampas por el camino. El cierre tendrá lugar en Valmorel, una ascensión de categoría especial de 13 kilómetros al 7%. Terreno para los escaladores.