El Zamora encarriló el partido y la temporada en tres minutos, tiempo que ayer necesitaron los rojiblancos para adelantarse en el marcador.

Fue un inicio de derbi prometedor para los locales que en el primer minuto dispusieron de la primera ocasión de gol en un disparo de Nacho Matador que Aurreko despejó. Sin embargo, en la segunda llegada de los zamoranos acabó subiendo el primer gol en una acción individual de Jairo Álvarez que disparó desde la frontal del área para sorprender a Aurreko que hizo la estatua viendo con el esférico entraba en su portería junto a la base del poste derecho.

Todo se ponía que ni pintado para los de Roberto Aguirre que siguieron controlando el partido y fabricando claras ocasiones de gol que, sin embargo, no iban a saber culminar los de arriba como le sucedió a Jorge Hernández tras un contragolpe bien llevado por Jona y que el de Sanzoles culminaba con un tiro desviado.

A los diez minutos Jairo cabeceaba por encima del larguero a la salida de un córner en lo que fue otra buena oportunidad para sentenciar la contienda; instantes después Marín intentaba sorprender al cancerbero burgalés pero éste estuvo muy acertado y desvió el lanzamiento del interior derecha rojiblanco.

El derbi, que tan bien llevaba encarrilado el Zamora, se torció para el cuadro local en un contragolpe de Kike Tortosa por la banda derecha con centro hacia el área pequeña donde Arkaitz, que acompañaba el contragolpe, cabeceaba lejos del alcance de Miguel. Era la igualada y los nervios parecían llegar a los jugadores zamoranos que quedaron algunos minutos a merced de un Burgos que, como bien decía algún aficionado en la grada, parecía más una madre que un equipo de fútbol.

Sólo cuatro minutos después del 1-1, Colina conectaba un durísimo disparo desde unos treinta metros y el balón se estrellaba de espectacular en el larguero cuando el cancerbero local Miguel estaba batido. El posterior disparo de Cabello se perdió por la línea de fondo.

El Zamora se fue rehaciendo poco a poco y volvió a tomar el mando de las operaciones para volver a crear ocasiones para ponerse con ventaja nuevamente en el marcador, algo que pudo conseguir a los cuarenta minutos en un mano a mano de Jona con Aurreko que el «pichichi» del Zamora no acertó a resolver después de que el cancerbero se hubiese resbalado.

La primera entrega finalizó con otro susto para la parroquia local que veía como Miguel del Río desviaba a córner un mano a mano con Chietino que, al igual que Jona en el área contraria, tampoco acertó.

Durante el descanso y para afrontar la segunda mitad Aguirre realizó el primer cambio para dar entrada en el campo a Miguel Santos por Jorge Hernández; Jairo pasaba a realizar las funciones de enganche entre el centro del campo y Jona.

Con dos saques de esquina lanzados por Nacho Matador, uno desde cada banda, y en los el balón se paseó por la portería burgalesa sin encontrar rematador ni nadie que lo despejase comenzó la segunda entrega en la que el Zamora necesitaba un segundo gol para no tener que mirar hacia los marcadores de otros encuentros.

A los cincuenta y ocho minutos el Zamora dispuso de una inmejorable ocasión para haberse puesto con el 2-1 en un balón en profundidad de Miguel Santos para Jairo Álvarez que éste culminó con un disparo que salió rozando la base del poste derecho.

El equipo de Aguirre no acababa de funcionar, no era capaz de hacerse con las riendas del partido ante un Burgos en el que el ex rojiblanco Sergio Torres llevaba la batuta en el centro del campo, pero un Burgos que se hinchaba a perder balones y más balones tanto en la línea medular como en su defensa, circunstancia de la que tampoco sabía sacar provecho el cuadro local.

Nacho Matador, a balón parado, lo intentaba con un lanzamiento de falta que Aurreko desvió junto a la base del poste izquierdo y posteriormente el guardameta, en el poste contrario, también desviaba un disparo envenenado de Jairo. El Burgos ya no daba señales de vida en ataque.

Y sin embargo, acabó ocurriendo lo que parecía que no iba a llegar. En el único ataque que los burgaleses hicieron en este segundo período con cierto criterio subió el segundo gol visitante al marcador. Yahvé Prieto se internó por la banda derecha y soltó un centro hacia el área pequeña donde José Vega, casi sin ganas, acabó rematando al fondo de las mallas. Era el mazazo definitivo para un Zamora que se hundía sin remedio y que se convertía en un auténtico manojo de nervios sobre el césped para afrontar los diez minutos finales en busca de un milagro que no se produjo, entre otras cosas porque ya ni se encontró el camino de la portería de un Burgos que dio todas las facilidades del mundo a un Zamora que no supo aprovecharlas. Para colmo de males, a última hora el Palencia le endosaba un 1-0 al Athletic B y así los «morados» complicaban todavía más la vida y la Liga a este Zamora que se tendrá que jugar toda la temporada a una carta en Salamanca y no será precisamente en el Casino donde algunos ex jugadores eran todo unos grandes maestros del juego.