Andrés Vázquez, un torero de récord

El maestro de Villalpando tomó la alternativa en Las Ventas en pleno San Isidro de hace 62 años y es quien más animales ha lidiado en esa plaza en una misma temporada

Andrés Vázquez sale a hombros de la plaza de toros de Zamora en el 50º aniversario de su alternativa. | J. F. (Archivo)

Andrés Vázquez sale a hombros de la plaza de toros de Zamora en el 50º aniversario de su alternativa. | J. F. (Archivo)

Hubo un tiempo en el que se anunció en los carteles como "el Niño de Villalpando", aunque, ahora, en el recuerdo de todos, aparezca anunciado como el "eterno maestro" de Villalpando.

La alternativa de Andrés Vázquez estaba prevista para un día como hoy, 23 de mayo, de 1962, en un paseíllo compartido con Julio Aparicio y Jaime Ostos para matar una corrida de Atanasio Fernández.

Esa corrida se celebró y constituiría la segunda Puerta Grande de Andrés Vázquez en Las Ventas en sólo cuatro días. Porque una cornada a Antonio Ordóñez dejó un hueco libre en el cartel del 19 de mayo, hueco que ocuparía el villalpandino, que se doctoraba en toreo ese día de 1962 en la primera plaza del mundo, con Gregorio Sánchez como padrino y con Juan García Mondeño, como testigo.

Con el abreplaza "Zorrito", el toro de la ganadería de Benítez Cubero que lo convirtió en matador de toros, no hubo sintonía. Pero al "cierra", del mismo hierro y de nombre "Irónico", lo desorejó aquella tarde del 19 de mayo de 1962 para tocar con los dedos el cielo de Madrid. Era la primera de una decena de veces que el "Nono" cruzó a hombros como torero la "puerta de los sueños" del coso de la calle Alcalá. Ya lo había hecho antes, en tres ocasiones, como novillero. Doce más una —como diría otro zamorano— puertas grandes en la primera plaza del mundo en total en su esportón. Hasta tres, en el mismo año de 1970.

Ese año 1970, también batió Vázquez otro récord: el de ser el matador que más toros ha lidiado en Madrid en una temporada. Y es que aquel fue el año de la encerrona del villalpandino en Las Ventas con 6 toros de Victorino Martín. Fue el primero en la historia en hacerlo. Otro hito más ligado a su nombre.

Pero de los "victorinos" ya era un viejo conocido el maestro desde que el año anterior los nombres del torero y de la ganadería quedasen unidos para siempre gracias a aquel bravo "Baratero" premiado con la vuelta al ruedo, al que Vázquez desorejó en Madrid por vía de la sustitución de Antoñete y que le hizo abrir la Puerta Grande de la Monumental por terecera vez.

Tomaba así vuelo de nuevo una carrera que había quedado algo apagada durante un tiempo debido a algunas cornadas de gravedad. Pero el de Villalpando era un hombre curtido en mil batallas —y en mil capeas— que, tras haber sido alumno de la Escuela de la plaza de Vista Alegre, tuvo que buscar refugio, precisamente, en las capeas, que le dieron experiencia antes de poder pasear por las plazas de España y América aquel toreo castellano, poderoso, sobrio, clásico y elegante. De inspiración belmontina. Y una espada "poco cantada".

Tomar la alternativa al borde de cumplir los 30 años no le impidió cuajar un rosario de números; algunos, tan abrumadores como algunas de las faenas que también cuajó por los ruedos.

Mató más de 400 corridas de toros a lo largo de su carrera y, también, numerosos festivales, algo por lo que el 29 de junio de 1975, coincidiendo con la festividad de San Pedro en Zamora, le fue impuesta la Gran Cruz de Beneficencia, que le reconocía haber toreado "muchos festivales en favor de los más desfavorecidos", como recuerda quien fuera su mozo de espadas y hombre de confianza durante más de 20 años, el también villalpandino Jaime Rubio.

Entre algunos de esos festivales, destaca también el que toreó en homenaje a su amigo Antonio Bienvenida, y la corrida que mató en Las Ventas como único espada el 15 de mayo de 1977 para recaudar fondos con los que costear el monumento en memoria del torero de dinastía tras su triste fallecimiento. "Encerrarse con seis toros en Madrid para costear un monumento no lo hace cualquiera", reconoce Rubio, quien también recalca la solidaridad y el compromiso del torero a través del hecho de que ayudó desinteresadamente "a muchos chavales que querían ser toreros", aunque, "si tenía que decir las cosas claras, las decía".

Andrés Vázquez se cortó la coleta en el mismo ruedo en el que pasó al escalafón superior, el de Madrid, en la tarde del 22 de septiembre de 1974.

Aunque era tal su pasión por su profesión, que llegó a reaparecer en un par de ocasiones. La más llamativa, en la plaza de toros de Zamora, en un festival que se celebró el 28 de julio de 2012 para celebrar el 50º aniversario de su alternativa. El de Villalpando contaba entonces con 80 años ya cumplidos, pero eso no fue impedimento para que volviese a impregnar la plaza con su torería ni para cortar dos orejas y un rabo a un "victorino".

La cabeza de aquel "Irónico" que empezaría a encumbrarlo cuelga hoy altanera en la pared de un bar-museo del pueblo que lo vio nacer, para recuerdo y regocijo de sus paisanos. El hueco de una página en blanco se queda escaso para dar espacio a una vida de sacrificio dedicada al toro, a toda una vida llevando el nombre de Villalpando, de donde es Hijo Predilecto, por el orbe taurino.

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