Fallece Magdalena Fernández, la niña de la lata de la catástrofe de Ribadelago

"Le dieron la lata para hacer la foto y se la quitaron", revelan los familiares sobre el origen de una imagen que dio la vuelta al mundo

VÍDEO | Memoria en blanco y negro del drama de Ribadelago

R. G.

Magdalena Fernández Rodríguez, el rostro de la catástrofe de Ribadelago, fallecía este martes en Piedras Blancas, Asturias, a los 74 años de edad. Sus restos mortales serán trasladados a Avedillo de Sanabria, donde se celebrará el funeral este miércoles 28 de febrero, a las 16.00 horas.

La imagen para el recuerdo de esta sanabresa nacida el 12 de septiembre de 1949, "la niña de la lata", acaparó la atención de una sociedad golpeada por la muerte de 144 personas por la rotura de la presa de Vega de Tera. Su imagen comiendo de una lata tuvo trasfondo social y se convirtió en una anécdota en el ámbito familiar. Durante décadas, incluso en el propio Ribadelago se dudaba de la identidad de la pequeña.

Magdalena Fernández, de Ribadelago. | EFE

Magdalena Fernández, de Ribadelago. | EFE / EFE

Magdalena, la mayor de seis hermanos, nació en Avedillo, en el seno del matrimonio que formaron María Rodríguez Montero de Avedillo y Federico Fernández Fernández de Ribadelago. No había cumplido los 10 años, cuando el 9 de enero de 1959, la rotura de la presa golpeaba al pueblo paterno. Ese día, su padre se encontraba en casa acompañando a su madre y a su hermana. Los tres se pudieron salvar subiéndose a una de las peñas cercana a la vivienda, una casa sencilla que aún está en pie. "Salí en calzoncillos" le contaba Federico a su hija Magdalena.

A los tres días del desastre, a través de un primo de San Román que mandó recado por una de sus hijas a su tía en Avedillo, ajena a los hechos. La abuela María acompañada de Magdalena, con 9 años, emprendió el camino a pie. En El Puente de Sanabria, un conocido les informó de que Federico estaba bien: "tranquila María que está vivo".

Imagen.

Imagen. / CEDIDA

En Galende, donde estaba cortado el paso, tuvieron que esperar para poder llegar a Ribadelago. Cuando llegaron al pueblo Magdalena se percató de todo, de los camiones de los americanos, de la ayuda que repartieron, del puente que tendió el Ejército. "La leche en polvo la conocía porque ya antes se la daban en la escuela". Vestía una "chaquetica" sencilla como contaba a sus hijos. "No tenía abrigo, ni tenía manta" en pleno invierno.

Su imagen golpeó a la sociedad mundial con esa chaqueta, su pañuelo en la cabeza y comiendo de una lata de la que "no recordaba si era queso" y una cuchara de plástico. El símbolo de la tragedia infantil. Aquí se produjo la anécdota ya que "no pudo comer de la lata". Otro de sus hermanos más pequeños era más explícito y concluye "le dieron la lata para hacer la foto y se la quitaron". Magdalena contaba esa anécdota a sus hijos, fue una gran conversadora y heredera de la tradición oral de su tierra, "un diccionario de sanabrés" en palabras de su hijo Rubén. A sus 25 años se casó con Fidel Chimeno Ferrero, de Limianos, un matrimonio que el 12 de octubre cumpliría sus bodas de oro. El apego a la tierra y a la familia marcó su vida, incluso cuando, tras casarse, el matrimonio se trasladó a vivir a Asturias. Asturias fue para Fidel, de profesión Guardia Civil, su primer y único destino.

Suscríbete para seguir leyendo