Venialbo, un colegio rural a contracorriente de la despoblación

Venialbo inaugura una tercera aula gracias al aumento de niños: 35 escolares de infantil y primaria y 12 en la guardería aseguran que este pueblo rebose vida muchos años más

El colegio y guardería de Venialbo durante el inicio del curso escolar en el que han ampliado el  colegio y la guardería gracias al aumento de niños. | J. L. F.

El colegio y guardería de Venialbo durante el inicio del curso escolar en el que han ampliado el colegio y la guardería gracias al aumento de niños. | J. L. F. / Irene Barahona

El colegio rural de Venialbo cada vez tiene más niños. Este centro escolar situado a 25 kilómetros de Zamora ha roto la tendencia que impera en los pueblos de la provincia, y lejos de languidecer o quedar abandonado, está lleno de vida.

En la actualidad son 22 los Colegios Rurales Agrupados (CRA) que resisten en Zamora. La escuela venialbense forma parte del CRA de Moraleja del Vino, desde donde siguen atentos y sorprendidos el aumento de niños en la localidad, la que más ha crecido en los últimos años: "ha subido esplendorosamente", reconocía el director del centro, Ramón Vázquez sobre un pueblo que ha recibido tantos niños este año como la propia Moraleja, un municipio cuatro veces más grande. "Venialbo está promoviendo el empleo, el resultado es que se está quedando a vivir allí mucha gente", añade Vázquez sobre la receta mágica que en su opinión, ha llenado las aulas del colegio.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

Este año Venialbo ha recibido a siete nuevos estudiantes de educación infantil; ya son 35 los niños que cada día hacen fila para entrar a clase. Esta oleada ha hecho posible que el centro inaugure una tercera aula, una novedad que ha traído también la incorporación de una nueva maestra para el centro.

Las grandes dimensiones del centro recuerdan a una época en la que este pueblo superaba airadamente los mil quinientos habitantes, una cifra que ha descendido hasta los cuatrocientos actuales. Por ello, hace unos años el Ayuntamiento decidió limitar la escuela a la esquina izquierda del edificio, donde se encontraban hasta hace poco dos aulas, un aseo y la biblioteca, esta última, reconvertida en la nueva aula que el centro ha tenido que inaugurar felizmente debido al aumento de niños. Esta delimitación de espacio ha ayudado a que el colegio sea fácil de calentar durante el invierno a la vez que se ha ahorrado en facturas.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

Por ese trocito de pasillo de altísimos techos, los niños tienen la libertad de caminar entre cohetes y estrellas, la temática del plan de lectura del pasado curso que aún está por desmontar. Aún medio de "mudanza", las maestras enseñan el otro ala de las instalaciones, donde poco a poco han trasladado la biblioteca y cuentan con una sala polivalente, que hace las veces de gimnasio o de clase durante las imposiciones de distancia del covid.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

"Todos los pueblos bajan, es la tendencia, pero aquí hemos conseguido ralentizarla", explica Jesús Vara, alcalde el pueblo y acérrimo defensor de la escuela, que dice, le da "vida" a las calles de Venialbo.

Las maestras veteranas confirman que desde hace años el pueblo trabaja por revertir la falta de niños, la prueba es que una escuela que amenazaba con el cierre se ha recompuesto, y ya son 35 los escolares que corren por el pasillo y el patio.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

Ellas están satisfechas con el colegio rural que han creado "entre todos", explican las docentes Araceli Montes, María Vaquero y Marta Asenso, que recuerdan la importancia de que niños, padres, maestros y Ayuntamiento colaboren para crear esta ilusión, que es volver a ver la antigua escuela llena de niños. "Cuando todo el mundo va a una es muy fácil", continúan sobre el que creen, es un colegio "muy gratificante" en el que los propios niños han tomado partido: los mayores y los pequeños conviven, aprenden y juegan juntos "es una escuela mucho más cercana", concluyen las maestras sobre el batiburrillo de edades y juegos que revolotea en cada recreo.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

Porque en Venialbo todos se conocen; también al alcalde, al que los niños saludan durante la visita y al que piden sin ningún tipo de reparo dos deseos para hacer del colegio de Venialbo el centro de sus sueños: una piscina pública y un paso de peatón para ir a clase son las peticiones unánimes de Alba, Laia, Antonella, Aitana y Micalea, algunas de las niñas de entre ocho y diez años que dicen, no cambiarían su vida en el pueblo por Zamora, donde creen que no podrían salir solas a jugar en la calle cada tarde; niñas que cada tarde de juegos cumplen la ilusión de muchos vecinos de ver cómo el pueblo aún respira vida.

Un colegio rural a contracorriente

Un colegio rural a contracorriente / Irene Barahona

Venialbo sigue adelante en su viaje a contracorriente, al que cada vez se suman más familias: la guardería municipal también crece, y ya son doce los bebés que han iniciado allí su educación de manera gratuita, asegurando que la escuela de Venialbo crezca año a año.

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