Una senda verde para fomentar el ejercicio físico y la vida saludable lleva el nombre de Pepe Ramos.

Es el último tributo de Moraleja del Vino a quien fue uno de sus vecinos ilustres. Un hombre hecho a sí mismo, sencillo, cercano y agradecido con un pueblo que le vio nacer y con el que José Ramos Illán (Pepe Ramos para todo el mundo) se sintió en deuda permanente.

Falleció el pasado 16 de agosto, apenas dos meses después del homenaje ofrecido por la comunidad educativa y el Ayuntamiento. El CRA Moraleja del Vino, que cuenta con 17 aulas distribuidas Madridanos, Moraleja, El Perdigón, Sanzoles y Venialbo, decidió que Pepe Ramos fuera uno de los protagonistas del proyecto educativo desarrollado por el centro, cuyo objetivo principal ha sido fomentar valores que despierten la preocupación por el medio ambiente y comportamientos responsables en tareas sencillas de la vida cotidiana.

El colegio reconocía la trayectoria de Pepe Ramos, nacido en Moraleja del Vino en 1939. El pequeño de seis hermanos de una familia de panaderos fue un “un brillante estudiante que a base de becas y esfuerzo llegó a lo más alto de la Administración del Estado”.

El alto funcionario del Estado falleció el pasado 16 de agosto a los 83 años

La falta de medios en casa complicaba la formación del prometedor joven, que estaba predestinado a quedarse en la panadería. Pero la ayuda de un familiar le permitió continuar y llegar hasta la Universidad donde estudió Arquitectura y fue el número 1 de la promoción.

Hechos históricos

Como el propio Pepe Ramos contó a este diario en una entrevista, llegó a ser el “eterno subdirector general de Patrimonio” sobreviviendo a gobiernos de distinto color, protagonizando el gigantesco programa de modernización de edificios oficiales en la recién estrenada democracia.

José Ramos Illán en una fotografía tomada en el año 2020 NICO RODRIGUEZ

“La fortuna de mi vida ha sido poder estar al frente de proyectos majestuosos como la ampliación del Congreso, el Senado, la construcción de la sede del Defensor del Pueblo, el Consejo General del Poder Judicial, la restauración del Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, la Intervención General del Estado o el Organismo Nacional de Loterías”.

Vivió en primera persona hechos históricos como la Expo 92, la apertura de la Verja de Gibraltar, las Olimpiadas de Barcelona o la no menos controvertida apertura del testamento de Dalí como representante del Gobierno.

Las obras

Pero el brillante funcionario público, que se codeó y cultivó amistad con altas personalidades del Estado y del mundo empresarial, nunca olvidó de dónde venía. Moraleja del Vino y sus gentes fueron su obsesión y no dudó en hacer “tráfico de influencias por mi pueblo”. Sus gestiones fueron determinantes para conseguir la subvención del Consejo Superior de Deportes que permitió hacer el campo de fútbol, mejorara la residencia de mayores, el solar de la Guardia Civil, la panera, la remodelación del Ayuntamiento o mejoras en la iglesia.

“He tenido mucho poder, he mandado mucho y he aprovechado esa posición para barrer algo para mi pueblo”

“He tenido mucho poder, he mandado mucho y he aprovechado esa posición para barrer algo para mi pueblo” le contaba a los maestros y escolares el pasado mes de junio, cuando recibió, agradecido y emocionado, el que sería su último homenaje.

Pepe Ramos junto a su amigo Antonio Hidalgo, Juez de Paz de Moraleja del Vino, el pasado mes de junio

Moraleja reconoció su generosidad dando su nombre a una avenida y al frontón municipal. Después, por iniciativa del colegio y con apoyo del Ayuntamiento, un parque y la senda verde. “He tenido muchos reconocimientos y ha sido un orgullo para mí, pero sin duda lo de hoy (ese día de junio de 2022) es la guinda; que el pueblo se acuerde de las personas que hemos hecho algo por él me llena de emoción” expresó Pepe Ramos en ese mismo acto, donde maestros, escolares y Ayuntamiento reconocieron la filantropía y generosidad de este vecino distinguido.

Excursión a Madrid

En la estrecha vinculación que siempre tuvo hacia sus raíces, uno de los gestos más agradecidos e inolvidables para generaciones de estudiantes de Moraleja del Vino era el viaje que todos los años organizaba Pepe Ramos a Madrid. Fletaba un autobús con los escolares y los llevaba al Museo de Cera o al Santiago Bernabeu, comían y volvían tan felices. Aunque no tanto como su benefactor, siempre dispuesto a echar una mano para mejorar la vida de su pueblo.

La huella de José Ramos Illán se une a la de personalidades de Moraleja del Vino como Eduardo Barrón o Justa Freire

Fue Pepe Ramos un hombre cercano que vivió los últimos años entre Villaralbo y Moraleja. “Aquí me siento menos solo” confiaba. Había fallecido su esposa, los hijos ya tenían sus vidas, su trabajo. Hizo el viaje de vuelta, recuperó las amistades, la partida, los paseos, las conversaciones pausadas. Una vida placentera truncada por una rápida enfermedad. Tenía 83 años cuando falleció el pasado mes de agosto. Sus restos reposan en el cementerio de Moraleja del Vino.

Y su nombre ya forma parte de los “ilustres” de este pueblo del alfoz zamorano. Junto a personalidades como Eduardo Barrón o la maestra Justa Freire.