Hay tesoros negros escondidos bajo el suelo de Zamora. Su nombre es Tuber melanosporum, aunque es más comúnmente conocida como trufa negra, y representa el triunfo de un experimento que concluye que esta sí es tierra trufera.

La cosecha zamorana ya está llegando a su fin. Las heladas de la última semana han ayudado a esponjar el suelo de las 1,7 hectáreas truferas del vivero provincial, donde la Diputación de Zamora trabaja desde hace años en este proyecto pionero en la provincia.

Este no es el único terreno que ya ha conseguido producir trufa, y desde 2018 se recolectan hongos en otra parcela situada en Aspariegos. El equipo de recolección cuenta con dos hocicos expertos en hipogeos –hongos que maduran bajo tierra– y de ellos depende la recolección de los frutos de un largo proyecto que se ha convertido en proeza.

Cultivo de trufa negra en Zamora JOSE LUIS FERNANDEZ

La Diputación dio inicio a esta hazaña en 2003 con la microrrizacion con boletus y níscalo, pero abandonaron la línea a la espera de avances técnicos.

Aunque tradicionalmente se había dicho que no, el equipo, con la ingeniera y técnico Berta Martín al frente, consideró entonces la posibilidad de probar con la trufa negra. “Parece que toda la provincia es terreno ácido, pero hay muchas zonas que son calizas y que valen para la trufa”, asegura la responsable.

Así, las primeras plantas se micorrizaron entre 2006 y 2007. En el vivero son 300 los quejigos micorrizados, de los que se han cosechado cinco, “han empezado a producir algo más del 1% de los árboles”. Porque el secreto de la trufa está en los árboles.

“El hongo se une al quejigo como si fuera un guante, se mete en su piel, se unen íntimamente y ese hongo de la trufa fructifica, como una red. Los frutos son las trufas”.

Cultivo de trufa negra en Zamora JOSE LUIS FERNANDEZ

Aunque la mayoría de los árboles están micorrizados, no saben por qué aun o han producido, “la naturaleza es caprichosa”, bromea.

La micorrización empieza con un batido de esporas, “se probaron varias concentraciones para comprobar cuál era la adecuada”. Cuando se dio con la exacta, se hicieron “microrrizaciones de recuerdo” para homogeneizarlo todo. También se ha probado la técnica nido, que consiste en introducir turba básica con esporas del hongo y la bacteria seudomona fluosences, que agiliza todo el proceso de microrrización. Después de todo este proceso, este año por fin “ha habido cosecha”.

Aquella primera trufa negra de 322 gramos se subastó en enero. Esperan seguir recolectando ejemplares de ese fantástico calibre.

Cultivo de trufa negra en Zamora JOSE LUIS FERNANDEZ

La temporada empezó en noviembre y llega a marzo, aunque “ahora estamos aprendiendo”, señala Martín sobre la experiencia de todo el equipo.

El proyecto, aún así, puede considerarse un éxito, pues su objetivo era demostrar que el cultivo de trufas sí es viable en Zamora. “La administración tiene ese papel: investigar”, prosigue Martín, “ver qué se puede y no se puede conseguir en Zamora, para que a partir de unos resultados, las personas que quieran arriesgarse con su dinero ya tengan ese camino avanzado”, concluye sobre un producto agrícola que podría suponer una nueva actividad económica en el mundo rural de la provincia.

En definitiva, ya se ha demostrado que sí se puede y cuál es el mejor camino para hacerlo, una apuesta real para añadir riqueza al campo de Zamora, y es que “este es el cultivo más rentable”.

Aunque esta es la primera experiencia en Zamora, ya es muy habitual en España. Casi toda la trufa, de hecho, viene de plantaciones.

En general, los terrenos con posibilidades de ser truferos necesitan buen riego, suelo alcalino, cierta pedregosidad y ser llanos. También deben estar labrados y podados y si son poco productivos mejor, para asegurar que el árbol necesita la labor de la micorriza para sobrevivir. Un nuevo camino para la agricultura, que mira al suelo en busca de trufas.