El vivero de la Diputación puede hacer historia este invierno, cuando se recolecten los primeros frutos de la trufera de quejigos plantada de forma experimental. Si el ensayo de plantas de quejigo micorrizado con trufa culmina con éxito se abre toda una proyección en el cultivo de la trufa negra en la provincia como un revulsivo económico para el mundo rural. Es un producto muy escaso, de superlujo y codiciadísimo en la alta cocina, facetas que aseguran una rentabilidad para los potenciales truficultores interesados en esta nueva experiencia que, además, pone en valor terrenos degradados.

La parcela del vivero provincial es una de las cuatro plantaciones de hongos micorrizados con trufa -las otras se encuentran en Aspariegos, Venialbo y Fuentesaúco- que forman parte de un proyecto más amplio destinado a promover el desarrollo micológico sostenible mediante la micorrización de plantas forestales con hongos comestibles. Y con los ensayos se pretende comprobar el grado de adaptación y estimular las repoblaciones con plantas que "resisten mucho mejor la sequía y las enfermedades, y además tiene el valor añadido de los hongos comestibles" explica Berta Martín, ingeniero forestal del Servicio de Agricultura.

¿Qué es la micorrización?. Lo explica Berta Martín, "una asociación de un hongo con una planta, en la que el árbol proporciona al hongo azúcares y alimento elaborado, mientras que el hongo ayuda a la planta a recibir los nutrientes, le da más resistencia frente a la sequía y le facilita el acceso al agua".

Un proceso que comienza en el laboratorio del vivero provincial, donde Berta Martín elabora el preparado de caldo esporal con la concentración adecuada para inocularlo en las plantas.

La evolución de la trufera de quejigos del vivero provincial pinta bien, a juzgar por los síntomas observados en la tierra, como los "quemados" debajo de la planta o unas pequeñas mosquitas que suelen aparecer en el momento de la producción. "Los técnicos de la Asociación de Truficultores de Soria que han venido a ver la plantación están de acuerdo con nosotros en que hay síntomas de producción de trufa; estamos muy ilusionados" confiesa Berta Martín. Sin embargo la prueba definitiva la aportarán los perros especializados cuando se realice la recolección.

Para la primera cosecha de trufa negra en la finca experimental se traerá un perro adiestrado con su cuidador. Al tratarse de un hongo que crece bajo la superficie de la tierra, el animal se sirve de su fino olfato para escarbar la zona donde percibe que está la trufa y después el truficultor la saca con unas palitas pequeñas para taparla de nuevo.

Existe expectación porque si bien se han desarrollado con éxito ensayos con boletus y níscalos, la de la trufa es una apuesta más fuerte, por la complejidad y la novedad en una provincia donde no se produce de forma natural. "Para nosotros es más complicado que en Soria o Palencia donde hay trufa natural, pero las plantas se han adaptado muy bien y estamos muy ilusionados" precisa la técnico responsable del proyecto.

La producción de trufa en árboles micorrizados supone, pues, todo un reto para la Diputación, que ve en este cultivo "una alternativa para el medio rural, un motor económico muy importante para la provincia" en opinión del diputado de Agricultura, Gaspar Corrales. "No hay que olvidar que puede pagarse entre 600 y 900 euros por kilo de trufa negra y la producción ronda los 40 kilos por hectárea".

Y si la Diputación ha apostado por el cultivo de este hongo exquisito es porque "en la provincia hay terrenos aptos para ello". El este provincial -Toro, Guareña, Tierra del Vino, Tierra de Campos y Benavente- sería el más apto para el cultivo de la trufa negra, que necesita suelos calizos, con buen drenaje y un pH de 7,5 a 8,5.