Los vecinos de Ribadelago recordaron un año más a los fallecidos por la avenida del río Tera provocada por la rotura de la presa en la madrugada del 9 de enero de 1959. Una misa en la iglesia del pueblo nuevo y la típica ofrenda floral frente al monumento esculpido por Ricardo Flecha completaron un acto sencillo, “con la gente de casa”, sin la presencia de autoridades –salvo las locales– y sin los flashes de anteriores ocasiones, pero con la memoria viva de cada uno de los 144 muertos que se llevó el agua, la mayoría de los cuales descansan en el Lago de Sanabria, pues muchos cuerpos no pudieron ser rescatados.

Igual que no se olvidan los fallecidos, Ribadelago tampoco olvida las injusticias cometidas desde 1959. La primera, la falta de control sobre la construcción de la presa, que presentaba graves deficiencias que llevaron a su rotura, continuando por los regateos en las indemnizaciones a las familias de los fallecidos y pasando por la falta de un castigo a los responsables de la empresa Moncabril, que fueron absueltos por los jueces o indultados por el Gobierno de Franco, terminando con las promesas incumplidas ya en democracia que en 2009, coincidiendo con el medio centenario de la tragedia, las instituciones se comprometieran a construir en Ribadelago un gran museo para albergar los fondos sobre los hechos acaecidos en 1959. Tras los “fastuosos” actos de 2009 Ribadelago solo recibió “largas” de los políticos.

Los vecinos oran frente al monumento a las víctimas. | Cedida A. B.

Pero parece que por primera vez Ribadelago ve de cerca la materialización de ese proyecto. Aunque la obra de 500.000 euros se ha descartado definitivamente, la Diputación de Zamora sí tomaba la iniciativa el pasado año para consignar 280.000 euros para la rehabilitación del local del Ayuntamiento, en la Plaza de España, con el fin de reconvertirlo en el Museo de la Memoria.

El convenio entre el vicepresidente Jesús María Prada y el alcalde del Ayuntamiento de Galende, José Manuel Prieto, se firmó el pasado 25 de noviembre. El nuevo proyecto redactado por el arquitecto sanabrés Francisco Somoza conlleva la reutilización de la edificación de los años 60, calificada como dotaciones públicas urbanísticas, con el objeto de albergar un nuevo uso como Museo de la Memoria. La superficie total de actuación es de 531 metros cuadrados, con un acceso principal desde la plaza de España y uno secundario por la calle Júcar a zonas auxiliares. Una planta estará dedicada a una exposición permanente y la otra a la realización de actividades culturales relacionadas con el museo.

La intervención, debido al interés arquitectónico del edificio, respetará en la medida de lo posible las soluciones arquitectónicas y técnicas primigenias, tan solo se contempla un ascensor para garantizar la accesibilidad y el cambio de rastreles de la cubierta sobre los que se asienta la pizarra que cubre el edificio.

Misa celebrada en Ribadelago Nuevo por los fallecidos en la tragedia de la presa. | Cedida

El centro dispondrá de una zona dedicada al archivo en el que se guardarán libros y revistas que hablen del Lago y su entorno, de la tragedia y sus efectos, del carácter de sus gentes, de sus costumbres, de la naturaleza, etc. copias de las grabaciones de las canciones populares, tan importantes en la transmisión de las tradiciones, que sonarán ambientando los recorridos por las distintas salas. Los soportes expositivos se plantean de modo que sea posible la organización de pequeñas exposiciones temporales, que se conviertan en acciones culturales dinamizadoras.

Un museo no devolverá la vida de las 144 personas que se llevó la corriente cuando dormían, ni rescatará los 116 cuerpos que se perdieron en el Lago, ni reparará el dolor de las viudas y los huérfanos, pero sí documentará para la posteridad una tragedia de tal tamaño, para que no se olvide lo sucedido cuando fallezca el último superviviente de Ribadelago y, sobre todo, para que las generaciones futuras se abstengan de cometer semejantes imprudencias poniendo el beneficio de una empresa por delante de las vidas humanas.