“Hay mucha gente que vive en el ámbito rural que se pasa días y días sin hablar con nadie, es muy triste”. La frase es de David Prieto Lorenzo, enfermero que conoce muy bien la comarca de Tierra del Vino y otras de la provincia. La dijo en un acto, organizado en Moraleja por los párrocos del Arciprestazgo de la zona, convocado bajo el título “La soledad en el mundo rural”, que se enmarca dentro del programa Mesas de amistad social que la diócesis de Zamora tiene previsto desarrollar en varios municipios de la provincia.

David Prieto Lorenzo explicó de forma vehemente su trabajo en los pueblos: “Hay veces que recorres un pueblo entero y no encuentras a nadie; si vas por la noche todavía impresiona más la soledad, ni luces ves”. E incidió en el título del acto: “Hay gente que no habla con nadie, no sale de casa, se han perdido las relaciones sociales”. No obstante, defendió el valor de su trabajo, tanto en el aspecto sanitario como de acompañamiento: “Es muy importante la compañía, a veces los males son del alma y se curan con alguien al lado”.

La Mesa de amistad social se encuadra en el mandamiento de la encíclica “Fratelli Tutti” del papa Francisco, un acto que se repetirá en otros pueblos con la idea de propiciar el encuentro entre vecinos con el ánimo de intensificar los lazos de convivencia. La Iglesia es consciente de la situación de desamparo que está viviendo el ámbito rural y pretende seguir cumpliendo su función de puente entre los residentes en un mundo que se está desmoronando, perdiendo no solo población sino también su identidad cultural.

Humanismo cristiano

El acto, que llenó el salón de plenos del Ayuntamiento de Moraleja, estuvo presentado y dirigido por el párroco de esta localidad, José Luis Miranda, y se desarrolló marcado por una sensación agridulce. El pesimismo vino del análisis de los datos de despoblación –Zamora ha perdido casi la mitad de su censo en los últimos cincuenta años– y las gotas de optimismo por la sensación de que no todo está acabado si recuperamos la esencia y los valores de lo que ha sido el ámbito rural, el mejor marco donde expresar el humanismo cristiano, que siempre se ha manifestado en la colaboración y el apoyo vecinal.

Como invitados acudieron, además de David Prieto, Genaro Leal Amigo, jubilado de Santa Clara de Avedillo, Araceli Miguel Vicente, auxiliar social, y Celedonio Pérez Sánchez, periodista de Sanzoles. Todos los ponentes se hicieron eco de la situación por la que están pasando las gentes que viven en los pueblos, donde el envejecimiento es seña de identidad, lo mismo que la pérdida poblacional, realidad que está incentivando la soledad no deseada.

José Luis Miranda centró el debate destacando que “hay una soledad buena, la de aquellos que buscan aislarse por necesidad, huyendo de la vida agitada de las ciudades; y hay una soledad mala, la que viene impuesta por una situación no deseada”. Resaltó el párroco que ya el papa Francisco, en 2019, denunció que “la soledad convierte la vida en un infierno”. Y apuntó, además, tras aludir a la situación creada por el Covid, que “la soledad es la pandemia del siglo XXI”.

Por su parte, Genaro Leal Amigo destacó la importancia de la colaboración vecinal y el necesario apoyo entre sí de las gentes que viven en los pueblos. Según él, es necesario recuperar ese espíritu de compartirlo todo que antes, debido a la necesidad manifiesta, sí había.

Público asistente al acto organizado en Moraleja del Vino. | J. V.

Falta de servicios

Araceli Miguel Vicente resaltó la importancia y la obligación de apoyar y cuidar a los ancianos, cada vez más en el ámbito rural. Para ello, se necesita la colaboración de las instituciones y de los políticos que las gestionan: “Ahí nos encontramos con un freno porque pides ayuda y tardan mucho tiempo en concederla, si es que la conceden. Necesitamos más apoyo y que el apoyo llegue a tiempo, de otra manera no sirve para nada”.

Celedonio Pérez puso sobre las mesa los datos sobre despoblación que aquejan a la provincia, que no por archisabidos dejan de ser menos trágicos: Zamora ha pasado de 315.000 habitantes en la década de los años veinte del pasado siglo a 168.000 en la actualidad. Desde 1950 se ha dejado en el camino casi la mitad del censo y desde el año 2000 ha perdido 33.000 residentes. Es la provincia más envejecida de España y la que, porcentualmente, más moradores ha dejado escapar de los padrones.

El periodista recalcó así mismo que soledad es también “la falta de servicios en muchos pueblos y el desprecio de sus costumbres, formas de vida y cultura por parte de quienes legislan en los parlamentos de las ciudades... Y la situación que viven los siete sacerdotes de este Arciprestazgo, que tienen que dar servicio a 32 pueblos”.

No obstante, Celedonio Pérez, dejó claro que “no se puede tirar la toalla” y que la situación actual “hay que dulcificarla”, recuperando los valores que han caracterizado al ámbito rural y que tienen que ver con el humanismo. “Hay que restaurar y reforzar los principios de vecindad y solidaridad y huir de aquellos valores que está santificando la cultura urbanita basados en el consumismo desaforado”. En el encuentro salió a relucir el proyecto que está poniendo en marcha la Diputación en la provincia bajo el nombre de Silver Economy, un programa “que puede hacer más llevadera la soledad no deseada”, a través de la digitalización de los cuidados y la atención a personas mayores en sus domicilios, impulsando los dispositivos de la telemedicina y la figura del “acompañante senior”. La aplicación de este programa tiene que ir acompañado “necesariamente” de un reforzamiento de los servicios sanitarios.

Durante el encuentro, celebrado en Moraleja, intervinieron también los párrocos de la zona, entre otros Timoteo Marcos Gamazo (Sanzoles), José de la Prieta (Corrales) y Francisco Ortega Vicente (Morales). También lo hicieron varios vecinos, expresando la necesidad de “buscar soluciones a la soledad desde los mismos pueblos, participando y estando siempre activos y con ganas de vivir”..