Los partos múltiples, son difíciles de ver en las explotaciones ganaderas de vacuno.

David Sastre es un joven que como muchos, en Castilla y León, deciden apostar por un “trabajo sacrificado, pero bonito” y seguir al mando de la explotación familiar en su pueblo, Piñuel de Sayago.

La provincia de Zamora ocupa el segundo lugar (por debajo de León) en incorporaciones de jóvenes al sector agrario con 122, según las ayudas para la modernización de explotaciones e incorporación de jóvenes convocadas en el 2019-2020 por la Conserjería de agricultura de Castilla y León.

“A veces la naturaleza nos regala estas cosas”, cuenta orgulloso David. Se refiere al “equilibrio entre lo que te da y lo que te quita”. La comarca de Sayago es también territorio de caza del lobo ibérico que desde hace aproximadamente tres años merodea la zona con frecuencia. La explotación de David ha sufrido cuatro ataques por este animal, que ha dejado unas pérdidas económicas sustanciales al tener como actividad principal la producción cárnica, aunque combinada con la producción de leche.

Es el quinto parto de una vaca limusina que el año pasado “ya trajo gemelos, que es lo que se ve más a menudo, pero trillizos nunca”. Esta raza de vacuno tiene un promedio entre ocho y diez partos durante toda su vida.

“Los tres terneros y la madre están bien” cuenta David, “aunque a una de las crías le estoy dando biberón” y relata que lo más asombroso es que “la vaca había parido ella sola y cuando llegué estaban dos de los terneros en pie y la madre se encontraba perfectamente”.

Los partos de tres o cuatro terneros son inusuales, el hecho más reciente en Castilla y León es en el año 2019, en la montaña leonesa, en una granja ecológica de Trobajo del Cerecedo, una vaca también limusina parió cuatro terneros “aunque muy pequeños” pero todos vivos, ya que en un parto de estas dimensiones suele morir alguna cría al nacer o ya nacer muerta.

Para encontrar un parto de estas dimensiones en la provincia, hay que remontarse al año 2012, en una ganadería de Villar de Buey, aunque una de las cuatro crías nació muerta. “Son hechos excepcionales que pueden no ocurrir, aún dedicando toda una vida al ganado”.

Cedida