“¿Es esta la forma de cuidar a los pueblos?. Toda la vida pagando la Seguridad Social para que ahora te vengan a resolver las dolencias con un teléfono. ¡No lo vamos a consentir!”. Cándida Martín, con sus 63 años y todavía en activo trabajando en una granja de pollos, se puede considerar una de las “jóvenes” en un pueblo donde el grueso de sus habitantes ronda los 80 o más, algunos viviendo solos.

En tales condiciones, los menos de cien vecinos de Litos, se resisten a renunciar a la presencia del médico en su flamante consultorio. Un edificio de nueva construcción que es el orgullo del pueblo, aunque nunca se vio tan vacío. Antes de la pandemia el médico pasaba consulta dos veces a la semana, pero en marzo de 2020 se cerró a cal y canto, como todos los centros rurales debido a la crisis sanitaria, y la vuelta a la “normalidad” consiste en una especie de atención a la demanda. Se acabó la consulta de martes y jueves, que hasta que llegó el COVID regía en Litos. “Tienes que llamar a Tábara, si hay suerte te lo cogen a la primera, a la segunda o a la tercera, y cuando se junta un número mínimo de peticiones, el médico aparece por aquí, previa cita. Pero no se dan cuenta de que la gente mayor no entiende, se pone nerviosa con el teléfono y al final desisten”.

Lo explica Cándida Martín, erigida en portavoz del malestar y la inquietud vecinal ante el nuevo sistema de Atención Primaria. Es además la presidenta de la plataforma creada en este pequeño pueblo de la comarca de Tábara –perteneciente al Ayuntamiento de Ferreras de Abajo– donde están dispuestos a dar la batalla para conseguir “que el médico por lo menos venga un día a la semana”.

Es la defensa numantina de su servicio más preciado, el sanitario, que llevarán a la práctica a través de concentraciones todos los martes a las 12.00 del mediodía a las puertas del consultorio. “Aquí estaremos hasta que se nos escuche: estamos muy cansados. Tenemos un consultorio con una gran sala para que la gente esté separada, que hemos pagado con nuestros impuestos, y ahora casi ni lo pisamos” relata Cándida Martín.

Si alguien se pone malo y necesita que le vea el médico, “nos toca ir a Ferreras o a Tábara. Y yo puedo hacerlo con mi coche, pero qué pasa con tantas personas mayores que no disponen de medios ni tienen a la familia cerca. Todo es a fuerza de favores” cuenta esta vecina de Litos. Relatan además, que con un médico y una enfermera de guardia para toda la Zona Básica de Salud, “si un día vas a una urgencia a Tábara te puede encontrar con que no hay nadie porque han tenido que salir a atender a alguna persona. Así no podemos estar”. Los vecinos no culpan los sanitarios, pero sí piden a la Administración que ponga medios, contrate más profesionales “y no nos dejen abandonados. Que vengan los médicos y enfermera a las consultas porque la gente quiere verlos. A veces cura más una buena y cariñosa atención médica que la propia medicina” se pudo escuchar en la concentración del pasado martes frente al consultorio.

“En este tiempo, que somos menos, bien poco pedimos, que al menos un día a la semana estén en el consultorio y las personas puedan ir sin necesidad de andar con el teléfono. Porque hay ancianos a los que no se ha vuelto a controlar ni se les ha llamado para ver cómo están. Es una indefensión total. La consulta telefónica no sirve para este tipo de personas”.

Cándida Martín asegura con esta “precariedad” de servicios, sobre todo del más sagrado, “nos están echando de los pueblos. Qué es eso de la España Vaciada, no se lo quitan de la boca, que vengan a los pueblos y nos pregunten”.

Verónica Casado. | Ical

Verónica Casado. | Ical Irene Gómez

Casado: “el filtro telefónico ya estaba inventado”

La consejera de Sanidad, Verónica Casado, dice ser consciente de la inquietud de los pueblos con el sistema de atención sanitaria. “Es una de las grandes preocupaciones porque tenemos una comunidad muy dispersa y con muchas personas mayores. ¡Cómo no nos va a preocupar!” contestó a la pregunta planteada por este diario en una comparecencia ante los medios de comunicación. Casado ha querido despejar dudas: “si un paciente necesita un médico o enfermera se le va a atender de manera presencial”. Y a la vez precisa que “se van a mantener las citas telefónicas porque hay muchas personas que quieren resolver así sus problemas burocráticos, un certificado o unos resultados de unos análisis. Pero quiero garantizar a todo el mundo que a un médico de cabecera y a una enfermera responsables de su salud. Que estén tranquilos”. Lo que parece claro es que la “normalidad” previa a la pandemia es historia. Y el filtro telefónico ha venido para quedarse. “Es algo que no hemos inventado nosotros, ni muchísimo menos, existe en todos los países desarrollados”. La consejera de Sanidad confiesa que la normalización de la atención y la presencialidad de los profesionales sanitarios es una preocupación para “todos los responsables de las autonomías”.