“Cuando la sociedad ha vivido el drama humano que supone estar enfermo, gravemente enfermo, y además solo y aislado, quizás entendamos mucho mejor lo que puede sentir un niño cuando pasa solo a un quirófano”. El estrés y la ansiedad que puede llegar a generar esa situación en cualquier paciente se magnifica en seres más vulnerables como son los niños.

Cuando despertó, su madre estaba allí

Las palabras del doctor Pascual Sanabria Carretero –zamorano de Figueruela de Abajo–, Jefe de Sección de Anestesia Pediátrica del Hospital Infantil La Paz, hace comprender el sentido del “proyecto de acompañamiento parental en quirófano en niños que son sometidos a cirugía”, reconocido con el Premio Humanización de la Medicina “Doctor Vicente Palazuelo Escudero” que concede la Fundación ICOMEM (Colegio de Médicos de Madrid).

El doctor Sanabria fue el encargado de recoger el galardón y presentar un proyecto que “trata de abordar el punto más débil en la asistencia sanitaria, la atención integral al paciente de manera empática siguiendo valores éticos y entendiendo que no es la enfermedad lo que tratamos sino al enfermo”.

En el Hospital Infantil de La Paz se lleva tiempo trabajando por generar en los niños “un ambiente lo más amigable posible”. Y por eso, la construcción de un parque infantil en la azotea, musicoterapia, payasos… iniciativas para “conseguir que el niño pierda el miedo y se consiga disminuir el estrés y la ansiedad”.

Antes de emprenderlo en los quirófanos, se llevó a cabo una experiencia piloto en la Unidad del Dolor, “y nos dimos cuenta de que el efecto era muy favorecedor”. Después se exportó a las salas de Radiología y Radioterapia y resultó igualmente beneficioso.

El importante papel "tranquilizador" de los padres

El trabajo promovido por el equipo quirúrgico del hospital madrileño estudia el papel activo, “tranquilizador”, de los padres durante una operación. “Un niño estresado y agitado tiene más riesgos”, presenta cambios de humor y trastornos conductuales. Por eso el desafío de los profesionales era “disminuir el impacto negativo que supone pasar a un quirófano” salvando el “pequeño muro” de ese tiempo durante el cual el niño está solo. Y nadie mejor que los sanitarios del Bloque Quirúrgico para conocer las sensaciones y reacciones de un pequeño cuando se enfrenta al universo de batas verdes, focos y aparatos raros.

¿Cómo romper esa barrera?. Solo la presencia del padre o a la madre (generalmente es ésta última la que lo hace) puedan dar la suficiente confianza y tranquilidad para que el niño se serene con la figura protectora de su ser más querido en el momento en que va a ser sometido a una intervención quirúrgica. El progenitor se viste con las ropa adecuada y recibe una preparación previa. “Casi el cien por cien de los padres a los que les planteamos el estudio han accedido” expuso el doctor Sanabria en el acto de recepción del premio.

El proyecto se ha sometido a un método científico y para ello se ha contado con 638 niños. El análisis de resultados demuestra los efectos positivos de ese acompañamiento paternal previo a la operación, y más en los niños menores de cinco años. Confirma que esa figura protectora “genera una actitud tranquilizadora porque el niño se siente en un ambiente más seguro”.

A la hora de despertar de la anestesia, la presencia del padre o la madre disminuye “hasta diez veces” la agitación “post-operatoria” y con ello los riesgos que genera ese estado de ansiedad. Cambios de humor, cambios emocionales, pesadillas, rebeldía, trastornos alimentarios... “Cuando pasan los padres los problemas son menos y menos cronificados en el tiempo”.

El proyecto de acompañamiento parental ya ha encontrado eco en otros hospitales del país, donde al igual que los niños de La Paz, la mano protectora estará cuando despierte, al igual que el dinosaurio de Monterroso.