Las partituras del folclore sanabrés se escribieron durante siglos en el aire y en la memoria de los músicos apasionados que recorrían las fiestas de los pueblos o simplemente animaban el bar o la taberna del pueblo en el día a día. El fallecimiento inesperado de uno de los reconocidos músicos que aprendía las notas en el aire, Santiago Requejo Martín “Viola", deja mudo a uno de los tambores más admirado por sus paisanos y estudiosos del folclore de compases populares.

Santiago nació en Puebla de Sanabria en 1942 en el seno de una familia de cinco hermanos, la que formaron Manuel de Puebla y Pilar de Ungilde. Santiago era el mayor de este matrimonio aunque tenía dos hermanos mayores por parte de padre. De su padre Manuel aprendió a tocar el tambor, cantar y bailar, pasiones que desplegó en todas las ocasiones que pudo, incluso el día que celebró sus bodas de oro con María del Carmen Requejo Vicente, en diciembre de 2019, con la que tuvo dos hijos, Manuel y Victoria.

El origen de su apodo

La música envolvía la casa con su padre y sus hermanos, en los campos donde los portugueses venían a segar, en pastos donde le mandaban con el ganado. Allí desarrolló su autoaprendizaje y donde heredó el apodo de “Viola” el diminutivo de Violinda que esos segadores portugueses otorgaron a su padre porque pasaba los ratos cantando para amenizar la faena. Tres herencias inmateriales le dejó Manuel: el cante, el baile y el redoble de tambor. No fue alumno de escuela musical pero sí un gran “traductor” y aprendiz de la música de oído de los bailes y toques sanabreses: rondas, alboradas, corridos, jotas, pasodobles.

Su familia lo define como “un buen padre, un buen marido y una persona noble. Un sanabrés de raza” que desplegó en innumerables ocasiones su amor por su pueblo y las costumbres que heredó y que trató de trasmitir, cosa que logró en la generación que le sigue. Sus familiares más directos agradecen las numerosas muestras de afecto tras el inesperado fallecimiento que demuestran el cariño y aprecio que se le tenía.

La costumbre desde mediados de siglo hasta los años 80 era que el gaitero y el tamborilero se pasaran por los bares y cantinas con su música por el gusto de alegar a sus paisanos. Tras un largo periodo de crisis del folclore popular, los años 90 vieron resurgir el apreció por la música sanabresa.

Llegó a formar parte de la Escuela de Cornetas de Puebla aunque la única formación musical en la que se integró fue “Atrapallada” con Celso Remate, “Gumer”, Rubén García y su hijo Manuel Requejo, que es gaitero. La memoria de Santiago y también la de Celso ayudaron a recuperar algunas estrofas y canciones, aunque en los años 80 se recopiló la mayor parte de la cultura musical de Sanabria de personas de la generación anterior, de Manuel, su padre.

Vinculación con Cruz Roja

Una de las anécdotas que cuenta su familia es lo mucho que ayudó a los jóvenes de Puebla y de algunos pueblos para que no salieran fuera a cumplir con el servicio militar obligatorio. Muchos de ellos pasaron este periodo en el puesto de Cruz Roja, cuerpo al que Santiago Requejo pertenecía y donde desempeñaba el cargo de jefe de Destacamento Brigada de Tropas de Cruz Roja en Castro, junto a la carretera. Un cargo que desempeñó de manera voluntaria y altruista.

Durante muchos años trabajó precisamente en la Estación de Servicio de Castro y comentaba su tristeza por el deterioro del edificio donde pasó muchas horas y por donde pasaron muchos jóvenes y donde se atendió a muchos accidentados en los años negros de la nacional 525. Formó parte de la corporación municipal de Puebla de Sanabria, como concejal, a finales de los 80 y comienzo de los años 90.

Otra anécdota que se recordaba estos días de su paso por el Club de Fútbol Sanabria fue la “tarjeta amarilla” que mostró a un jovencísimo Luis Enrique –actual seleccionador Nacional de Fútbol- en un torneo de juveniles donde jugaba el Sporting y el atrevimiento de decirle a su entrenador que los sacara porque le caía la roja.