“No llega ni para pagar la luz que gastan las cámaras y, menos mal, que no pagamos renta porque el local es nuestro” afirma Vicenta Rodríguez García, que atiende uno de los bares de Muelas de los Caballeros y que ha notado la falta de clientes por las medidas restrictivas impuestas a la hostelería. Vicente Rodríguez reconoce el mérito que tienen los clientes que, con manta y pegados a la estufa, se sientan en la terraza del bar en pleno invierno carballés.

Las pocas esperanzas que tenían de poder aguantar un año crítico con los desplazamientos en las fechas navideñas y con la temporada de caza, se han desvanecido. En plena época de caza son numerosos los cazadores de otras provincias y comunidades que se desplazan hasta los cotos de la zona. Este año han venido menos y tienen el problema de que “no les podemos servir ni desayunos, ni comidas, ni cenas, dentro del local. Nadie se arriesga. Lo único que hacemos es que les preparamos la comida para llevar”. Los cazadores “cada vez vienen menos” como consecuencia de las restricciones y el confinamiento regional al que se suma ahora el provincial.

Los contados vecinos del pueblo que todavía van al bar “tienen mucho mérito. Se ponen en la terraza tapados con mantas que se traen de casa”. El entretenimiento del pueblo, el café de por la mañana y los vinos y el vermú de media mañana, dejaban paso a la partida de cartas y el café de la tarde. Ahora “nadie echa la partida”, está prohibido. Recogerse pronto no ayuda a los pequeños bares de los pueblos que dependen de la escasa población residente que hay.

En Navidades se quedaron sin los pocos ingresos que reportan los visitantes en sus segundas residencias “sobre todo venían de Valladolid”, pero este año no han contado con esos desplazamientos para pasar las cortas vacaciones en los pueblos y dar un respiro a la economía.

Dentro del local no se puede estar y “fuera no te dejan cerrar la terraza. Realmente no merece la pena hacer una inversión tan grande” reconoce Vicenta con tan pocos vecinos pese a que los bares es de los pocos lugares de reunión de los pueblos.

Esta hostelera de Muelas de los Caballeros reconoce que “la situación no es mala es lo siguiente, peor”. El cierre a las ocho de la tarde quita a más de un cliente las ganas de salir antes de cenar. Pese a todo, todavía algunos que al mal tiempo le ponen buena cara y completan con estufa y manta en la terraza.