Finalizado el cierre perimetral de Salamanca a causa del COVID, con gran ilusión he continuado mi periplo por la comarca zamorana de Sayago descubriendo enclaves naturales paradisiacos por los miradores de los Arribes del Duero y la ruta de los murales por alguna de sus iglesias.

La iglesia románica de Santa Marina (s. XI-XIII) en Villar del Buey me abrió sus puertas para contemplar sus frescos o la imagen de la Virgen “emparedada” y su árbol centenario de tronco retorcido que insinúa monstruos mitológicos.

Al encuentro de la mítica Sayago

El enorme patrimonio etnográfico que atesora Sayago se manifiesta en construcciones de otra época que han llegado hasta la actualidad: fuentes, potros de herrar, cigüeñales, molinos, puentes, pontones… Un paisaje de típicas rocas con formas caprichosas y las paredes de piedra tan características me acompañan por todo el recorrido.

La cascada de Abelón, un singular salto de agua formado por tres torrentes que se abren en abanico, es la más emblemática. En sus inmediaciones se pueden ver restos de antiguos molinos harineros destacando especialmente uno de forma cilíndrica.

Al encuentro de la mítica Sayago

En este enclave, dominado por el encuentro del río Esla con el Duero con sus aguas de diferente colorido, se observa en la cima, junto al Mirador de San Vicente, una cruz y los restos de la antigua ermita así como una curiosa formación granítica zoomorfa a la que se ha añadido una especie de campanario.

Cuenta la leyenda que la ermita de San Vicente se levantó en el lugar donde la Virgen se apareció y ayudó a encontrar una oveja descarriada a un pastor del pueblo. Fue derribada a comienzos del siglo XX por la autoridad eclesiástica al estar alejada del casco urbano y ser refugio de bandoleros. Posiblemente fue un antiguo centro de culto cristianizado en la Baja Edad Media como ocurrió con otros lugares: ermita de San Esteban en Muelas, Santiago en Villalcampo o Nuestra Señora del Castillo en Fariza. Durante la primavera la Virgen retorna en procesión a su antigua casa en ruinas en pleno arribe desde la iglesia del pueblo: un día festivo de romería, celebrado por todos los vecinos con devoción y alegría.

Al encuentro de la mítica Sayago

Una de las mejores maneras de apreciar el encanto de la frontera natural hispano-lusa es hacer un recorrido por los miradores de las Arribes del Duero.

El Gran Meandro del Duero, uno de los parajes naturales más sorprendentes de la península ibérica y la más espectacular entre estas atalayas de los Arribes, se contempla transitando el camino natural GR-14 Senda del Duero en su etapa entre Pinilla de Fermoselle y Fermoselle mostrando una excepcional panorámica que permite disfrutar de un paseo reposado por un auténtico vergel de olivos, vides, naranjos, cerezos, almendros… solo alterado por el sigiloso vuelo de algún águila real entre la grandiosidad del paisaje o algún lugareño “apañando” aceituna… En el pasado este sendero fue utilizado por los arrieros.

Esta zona de la Raya fue testigo del contrabando entre España y Portugal, con peligrosos descensos nocturnos buscando los pasos del río para evitar la vigilancia de carabineros y guardinhas. El broche de oro a esta jornada particular por tierras zamoranas fue este curioso Nacimiento navideño en Fornillos de Fermoselle preparado con todo primor por una vecina en el hueco de una antigua fuente.

Al encuentro de la mítica Sayago