Domez de Alba, perteneciente al municipio de Gallegos del Río, ha convertido al año del COVID-19 en el más inversor de sus alrededor de 900 años de existencia. Esperanza y fe son lo último que se pierden y los devotos y feligreses han convertido en unos de sus principales objetivos mantener en todo su esplendor a la casa de Dios abierta al culto en 1912 años tras la tragedia que se cebó con el pueblo hace 121 años.

La cita histórica más antigua que se conoce del pueblo, mediante manuscrito, data de hace la friolera de 889, cuando el entonces rey Fernando II de León le donaba al monasterio de Moreruela “La villa de Domez in terra de Aliste”. Desde el siglo XIII hasta el 15 de agosto de 1888 la parroquia de San Justo y Pastor, como parte de las Vicarías de Alba y Aliste, perteneció a la jurisdicción del Arzobispado de Compostela, pasando entonces, siendo papa León XIII, a pertenecer a la Diócesis de Zamora. Hoy se integra en el arciprestazgo de Aliste y Alba, que integra a un total de 84 pueblos y parroquias desde la Culebra al Duero y Esla.

En el municipio, de Gallegos del Río, con 490 habitantes, Domez de Alba es el núcleo con mayor población, 163 residentes, de los cuales 85 son varones y 78 son mujeres. El pueblo cerró el siglo XX con 239 vecinos, ha perdido 76 en solo veinte años.

El párroco y arcipreste Fernando Lorenzo bendice las nuevas puertas. |Ch.S.

La iglesia de San Justo y Pastor inauguró el pasado domingo sus nuevas puertas con una homilía oficiada por el arcipreste de Aliste y Alba y cura de la Unidad de Acción Pastoral de Valer y Sarracín, Fernando Lorenzo Martín, con la presencia de los feligreses que permiten los aforos establecidos a causa del coronavirus.

Las nuevas puertas, terceras con las que cuenta el templo desde su apertura al culto hace 108 años, se han realizado gracias a la donación de la vecina Isabel Fernández. De su realización se ha encargado un carpintero de Fornillos, siendo elaboradas en madera de pino, de estilo tradicional, apaneladas, debidamente tratada. Cuenta con dos partes para abrir en caso de procesiones o entierros en que hay que salir y entrar con santos y féretros, y una pequeña de acceso para personas. En su conjunto reforzarán la seguridad del templo.

Uno de los feligreses señala que “se ha respetado al máximo la estética de la anterior, son prácticamente iguales, para que se integren a la perfección en la portada de la iglesia, de carácter muy sobrio y sencillo, en consonancia con las que se construían en Aliste en el pasado”. La viejas ya estaban muy deterioradas a causa de que cuando llueve el agua le da de frente y carecen de protección alguna.

La feligresa Isabel Fernández donó las puertas de madera de pino hechas en Fornillos

La actual iglesia de Domez de Alba, abierta al culto el día 6 de agosto de 1912, surgió a raíz de una tragedia acaecida en el mes de agosto de 1899 cuando una tormenta veraniega aparecida por Constantim y Moveros –las más peligrosas según la sabiduría popular– sembró el cielo de truenos y relámpagos. El diluvio de rayos y aguas torrenciales arrasó parte de las casas del pueblo y derrumbó el viejo templo, lo dejó en la ruina, aparte de echar a perder la mayor parte de la cosecha” de trigo y centeno que se estaba trillando en la era. Esto trajo consigo que el pueblo prácticamente estuviera sin iglesia unos 13 años.

Fue allá por 1904 cuando se decidió construir la nueva y actual iglesia que se presupuesto en 4.525 pesetas, aportando las familias la piedra, arena de ríos y arroyos y madera. Parecía una barbaridad de coste y sin embargo la realidad es que al final se gastaron 15.770 pesetas que abonaron al maestro constructor Francisco Nieto entre el mes de octubre de 1911 y junio de 1912, a razón de seis pagas de 2.000 pesetas cada una. El último pago de 3.1761 pesetas se abonó el 29 de noviembre de 1912. En las obras participaron varios canteros procedentes de Galicia.

Durante los seis años que duraron los trabajos se abonaron 7.217 jornales a 2, 2,5 y 3 pesetas, sin contar las “jeras” que a la “roda” y a prestación personal hicieron las familias que también aportaron su parejas de vacas y carros para a carrear las vigas, piedra, arena y barro. En esto fue generoso el maestro Francisco Nieto, pues sufragó la convidada al pueblo donde se gastaron 519 pesetas. Entre los mayores costes estuvieron las 478 pesetas pagadas a Ángel Fernández, de Ceadea, por 6.500 tejas tipo árabe, 140 tejones y 1.500 ladrillos. Por la cantería de granito de Fornillos se abonaron a Manuel Rodríguez 800 pesetas.

El apego y el cariño hacia su iglesia de los vecinos de Domez ha sido heredado de padres a hijos, y es de comprender pues sus antepasados les contaron el calvario vivido durante los cinco años que estuvo en ruina la vieja iglesia (de 1899 a 1904) y los seis años (de 1904 a 1912) en que el pueblo careció de un templo para oficiar bodas, bautizos y funerales, pues para levantar la nueva iglesia se utilizó el solar de la vieja: hubo que derribarla en su totalidad y esperar a levantar la otra. En los últimos años también gracias a donaciones se cambio el altar, así como las ventanas.

Domez de Alba como núcleo urbano se asentó en sus orígenes sólo en la margen derecha del río Aliste, cuyas aguas dieron vida a huertas, las praderas y los molinos harineros, pero también fueron una frontera natural en tiempos de grandes avenidas, aislándoles de su otra mitad del término hacia Vegalatrave de Alba y hacia Zamora.

Las dos orillas se conectaron primero con un puente de piedra y luego con uno construido en 1978 para dar paso a la carretera ZA-P-1405 de Zamora a Mahíde por Carbajales. En 2020 se está cumpliendo el gran sueño de construir un nuevo viaducto más alto cuyo coste asciende a 918.680. Se culminará en diciembre y se abrirá al tráfico en enero de 2021.

Como efecto colateral el proyecto viario traerá consigo la construcción de una nueva estación depuradora de aguas residuales ya que la fosa séptica ha quedado enterrada bajo el nuevo puente.

Uno de los problemas del pueblo de Domez de Alba estaba en el abastecimiento de agua domiciliaria ante los altos índices de manganeso. La solución ha pasado por construir una estación potabilizadora con una capacidad de tratamiento de agua potable con un caudal de 10.000 litros a la hora, que se consideran suficientes para abastecer a la población más elevada, la de los meses de julio y agosto, que suele rondar las 420 personas.