Cementerio de Sobradillo de Palomares, ayer. | Emilio Fraile

La pandemia ha motivado este año que los cementerios de las zonas rurales de Zamora no estuvieran tan llenos ayer como suele ser habitual en el primero de noviembre, día de Todos los Santos y víspera del día de los Fieles Difuntos. No hizo falta controlar el aforo en estos recintos porque en ningún momento se llenaron más de la cuenta.

Sin embargo, lo habitual en todos los pueblos era ver flores recientes sobre los nichos, y unas lápidas tan relucientes, igual que cualquier otro año por estas fechas. El miedo al virus ha repartido las visitas en los días previos al puente de Todos los Santos, muchos fieles se acercaron a arreglar las tumbas de sus seres queridos en los días laborales, o incluso en los dos fines de semana anteriores a este.

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Los zamoranos residentes en otras comunidades que visitaron sus pueblos de origen en las semanas anteriores pudieron realizar su visita anual al camposanto, pues desde el pasado viernes el acceso a Castilla y León desde otros puntos del país está prohibido, lo que ha frustrado los planes de quienes esperaban llegar desde Madrid o el País Vasco este fin de semana.

En muchas localidades las flores no solo adornaban los cementerios municipales, sino también los antiguos cementerios ubicados a la vera de las iglesias parroquiales, dentro de los cascos urbanos, que aunque ya no admiten nuevos enterramientos aún acogen el descanso de los antepasados de muchos zamoranos.