Alcañices celebra desde tiempo inmemorial y coincidiendo con los días 15 y 16 de agosto sus fiestas patronales en honor a Nuestra Señora la Virgen de la Asunción y San Roque. El 2020 será un año atípico: la pandemia del coronavirus no ha dado tregua para toros y verbenas, y misa y comidas familiares serán las únicas celebraciones.

Alcañices fue durante varios siglos y hasta pasada la Guerra Civil un pueblo con unas fiestas donde participaban gentes de España y Portugal, y donde uno de los grandes atractivos eran “Los Espantes” en un similar estilo al que pervive en Carbajales. Las reses, toros y cabestros se soltaban en el entono del periférico robledal del “Monte de Sahú” y desde allí los caballistas, también llegados de Tras os Montes y Alto Douro, se encargaban de llevarlos campo a través primero, y luego cruzando las calles en incluso la Plaza Mayor, hasta el conocido como “Prado de los Toros”, junto a la ribera del río Angueira.

Siempre hubo entendidos en la materia y generación tras generación pasó de boca en boca el dicho sobre la valoración de los toros al llegar: “Estos han visto más alcaldes que Murillo de Valdivia”. No era otra que la sentencia de “El Poto”, del quien dicen era afamado aficionado y torero. Murillo de Valdivia era el Gobernador Civil de Zamora, con lo cual conocía todos los regidores, y “El Poto” dejaba entrever que algunas veces llegaban toros curtidos en mil batallas y por tanto muy peligrosos.

Si regresamos al pasado 269 años nos encontramos con que los manuscritos del Catastro del Marqués de Ensenada (Corona de Castilla y rey Fernando VII) delatan en las respuestas de Alcañices que para la Villa las fiestas de San Roque y de la Virgen de la Asunción eran una de las cosas mas importantes para su vecinos y para su Ayuntamiento. Así lo demuestra que en 1752 con un presupuesto municipal de 5.533 reales de vellón (aleación de cobre y plata), nos encontramos con que la partida de gastos más importantes ascendía a 1.788 reales, aprobados para sufragar los gastos de los novillos, toro de muerte, comedias, sermones, danzas y fuegos. Puestos a comparar valga un ejemplo que la siguiente partida presupuestaria más importante era la destinada a pagar la prestación de sus servicios a único medico que había y cobraba 440 reales. Otra sorpresa está en los ingresos municipales, pues de los 12.541 reales de vellón que entraban a las arcas municipales. la taberna aportaba 6.777 más de la mitad. Obviamente si que se pagaban otros muchos impuestos por los alistanos aunque éstos iban a para directamente a las paneras o arcas del Marques de Alcañices.

Quizás la noche más trágica de las fiestas de San Roque en Alcañices fue la del 16 al 17 de agosto de 1917: bajo la penumbra nocturna una vela olvidada, encendida, que buscaba la protección divina, lo que hizo fue prender fuego al Santuario Mariano del Convento de la Orden Tercera de San Francisco arrasando el templo más histórico de la Vicaría de Aliste, dañando su estructura y convirtiendo en cenizas la imagen originaria e histórica de Nuestra Señora la Virgen de la Salud: patrona de la comarca de Aliste venerada el 2 de julio.

Un hecho histórico tuvo lugar allá por el año 2003 cuando un “olvido” del entonces cura párroco de Alcañices dejaba a San Roque en su pedestal y, para sorpresa de los feligreses que acudieron a misa, hubo eucaristía pero no procesión, algo nunca visto. Fue a raíz de aquel sin sentido como nació en 2004 la asociación “Amigos de San Roque” que ha llegado a sumar más de 200 socios para velar por su fiesta.

PIEDRAS DE LA FORTALEZA PARA CONSTRUIR EL VECINDARIO SUS VIVIENDAS

Uno de sus promotores y presidente histórico de la Asociación “Amigos de San Roque” fue Santiago Pérez Martín, fallecido en 2012, a los 60 años de edad. Antaño la procesión salía de la iglesia de arriba (Virgen de la Asunción) hasta la de abajo (Virgen de la Salud) donde tenía lugar la misa. Desde hace varios años está prohibido procesionar por la N-122. Alcañices fue una de las principales fortalezas de la Raya de España y Portugal entre 1175 y 1541 en que tuvo lugar la llegada de los monjes franciscanos a la Villa para construir su convento en el arrabal, fuera de la zona fortificada. No obstante, su uso militar se mantuvo hasta 1817. Mal año fue el de 1845 pues las murallas se comenzaron a desmoronar y lo mismo le sucedía al hospital de San Nicolás de Baria, utilizando los vecinos sus piedras para construir sus propias casas. La Fortalezase levantó sobre un altonazo entre la Ribera de Bozas y la Cañada Real con tres puertas, dos torreones situados hacia Poniente (zona escarpada) y 7 cubos: ya en 1824 solo había cuatro en pie la hoy “Torre del Reloj”, y “Villa”, “Tío Cañona” y “Trincherón”. Alfonso IX de León dono la fortaleza a la Orden del Temple en 1211, -ellos fueron quienes construyeron la primera iglesia–, y a partir de 1255 los templarios, por gracia de Alfonso X, pasaron cobrar los impuestos a los alistanos. Fue sin lugar a dudas el hecho más histórico la rubrica en dicho castillo de la “Concordia de Alcañices” rubricada por los reyes Don Dinis y Fernando IV el 12 de septiembre de 1297.