El nuevo obispo electo de la Diócesis de Astorga, Jesús Fernández González, tomó ayer posesión de su cargo en un acto celebrado en la catedral de Astorga y, con el aforo limitado, contó con la asistencia del arcipreste de Sanabria y Carballeda por ser una comarca acogida a su apostolado. El que hasta ahora fuera obispo auxiliar de Santiago de Compostela acudió al templo acompañado por el Nuncio Apostólico en España, Bernardino Auza, que presidió la celebración- y el administrador diocesano de Astorga, José Luis Castro.

Junto a cardenales destacó la presencia de 18 obispos de diferentes diócesis españolas y extranjeras.

El 138 obispo de Astorga toma como lema episcopal "Evangelizar a los pobres". En la homilía tuvo unas palabras en recuerdo de su predecesor, Juan Antonio Menéndez, y el obispo emérito, Camilo Lorenzo Iglesias, fallecido recientemente. Monseñor recordó los nombres en mayúsculas "Jaime, Manuel, José, Alicia" a los miles y miles de fallecidos a causa del COVID-19. Algunos de los que murieron, sin la soñada cercanía de sus seres queridos. Eso sí, sintiendo la ternura y a la vez impotencia de los servicios sanitarios para mantenerlos con vida. Allí están también los nombres de sus familiares y amigos balanceándose entre la desesperación y la confianza".

En esa lista "podemos ver los nombres de los ancianos de tantas y tantas residencias, sometidos a un doble confinamiento. Los enfermos, los parados, los abandonados, las víctimas de la trata y de los abusos, los emigrantes y refugiados. En definitiva, los pobres". El nuevo obispo trasladó su deseo de identificarse con la misión de Jesús, Isaías y sus seguidores más fieles "evangelizar a los pobres". "No me es fácil mantener esta prioridad pastoral y episcopal".

Recordó las palabras del Papa Francisco del peligro de caer en la tentación de mantener la distancia con las llagas del señor, "cuando Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. No quiere príncipes que miren despectivamente sino hombres y mujeres de pueblo". Convoco "a todos a salir en ayuda de pobres y enfermos, haciendo de nuestra iglesia un hospital de campaña, es más, creando un ecosistema espiritual y pastoral que haciendo inviable cualquier tipo de abuso, cuide a los frágiles e indefensos y facilite su crecimiento integral".

Resaltó el valor de la Comunión y de la comunidad cristiana porque "no existe el discípulo autónomo". Estableció el ejemplo siguiendo a los discípulos, que "dejan atrás todo lo que entorpece", con los miembros de la vida consagrada, que "aún envejecidos y reducidos en número siguen mostrando que su tesoro es Jesucristo y su sueño, la entrega a los necesitados". Jesús Fernández destacó también la labor de sacerdotes y laicos misioneros. Los peregrinos, los voluntarios de Cáritas y otras instituciones. Recordó el papel de los cristianos de dar a conocer a Jesús ante la cultura actual que lo mantiene oculto, y el papel de las familias "de padres y madres que convierten su hogar en una iglesia doméstica".

Señaló que el Evangelio no es solo "un manual de piedad individual" sino una herramienta social para los laicos, "llamados a trasformar este mundo plagado de injusticia y desigualdad" apeló a defender derechos humanos básicos "la vida, la libertad religiosa y la educación de vuestros hijos de acuerdo con vuestras propias convicciones". Apeló a vivir a caridad en la función pública "a través de un modo justo de gobernar que atienda el bien común, favoreciendo una cultura del diálogo y el encuentro, poniendo en marcha políticas fiscales equitativas, favoreciendo una razonable distribución de los bienes, velando por un trabajo decente y reconocido". Apeló a regular los flujos migratorios y a ayudar a los emigrantes que no tengan suficientes recursos, a la discapacidad y al medio ambiente.

El nuevo obispo tiene ante sí dar respuesta a uno de los problemas más graves en el seno de la Diócesis precisamente por abusos sexuales, en el caso "Ramos Gordón", a menores en el seno del Seminario de La Bañeza. Una de las víctimas de pederastia, F. L., se ha dirigido por carta al nuevo obispo coincidiendo con su nombramiento para pedir audiencia. La primera víctima reconocida en el caso de pederastia del sacerdote Ramos Gordón, había solicitado las actas del procedimiento administrativo penal abierto al ex profesor del instituto sanabrés Juan XXIII y ex párroco de Tábara. La Congregación para la Doctrina de la Fe denegó el acceso a las actas del proceso y donde el párroco reconocía los hechos que supusieron su retirada de la actividad parroquial. Este hecho desencadenó la rabia y la decepción de la víctima y denunciante de los hechos.