Especialistas zamoranos en obras hidráulicas participan en la construcción de una de las mayores pilas energéticas de Europa sacando adelante el complejo hidroeléctrico del Alto Támega que ejecuta Iberdrola en el norte de Portugal. Ayer fue visitado por el presidente de Iberdrola. Ignacio Sánchez Galán, y el primer ministro de Portugal Antonio Costa, en una mañana lluviosa.

Se trata de un aprovechamiento formado por tres presas y tres centrales cuyo territorio embalsado suma, en conjunto, un total de 984 hectáreas y almacena 191,9 hectómetros cúbicos de agua, con la particularidad de disponer de un sistema de agua de unos embalses a otros, que convierten al proyecto electroproductor en una mina de kilovatios ya que permite el funcionamiento tanto si llueve como si no llueve porque no depende de la hidraulicidad.

El presidente de Iberdrola ha destacado que emprender proyectos de esta envergadura "es posible si se dispone de una planificación clara, un marco estable, una seguridad jurídica y un diálogo permanente entre las partes", como ocurre en Portugal. También resaltó Sánchez Galán que la empresa lleva más de veinte años apostando por las energías renovables de ahí que la transición energética "no sea algo nuevo para nosotros".

El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, incidió en la determinación de potenciar las energías renovables y valoró su repercusión en el abaratamiento de los costes de la luz y en el impacto socioeconómico de estas obras en el medio rural y en el freno a la despoblación. "Producir energía es fundamental para nuestra economía" expresó Costa.

Iniciado en diciembre de 2014 el proyecto del Alto Támega se prolongará hasta junio del año 2023 tras crear 13.500 puestos de trabajo entre directos e indirectos. En la actualidad es un enjambre de unas 2.800 personas las que operan a un ritmo sorprendente. Es de subrayar que la empresa zamorana Tecozam es la principal subcontratada en encofrados, según precisa el joven ingeniero Domingo Dos Santos. Por su parte, José Antonio Ramos, es el responsable del montaje del alma de la generación: las turbinas.

La transición de los voltios sucios a los verdes y limpios, que supone el abandono de la generación de energía con recursos fósiles o contaminantes y la implantación de tecnologías que aprovechan recursos renovables (agua, viento, sol...) es, a estas alturas del siglo XXI, más una obligación que un compromiso. El paso es confirmado por la mayoría de gobiernos y eléctricas del planeta, y es reafirmado en cuantas cumbres del clima y foros se celebran con la voluntad de rebajar las emisiones de CO2, frenar el calentamiento y, de este modo, detener la asfixia de la vida y de la biodiversidad.

Adiós a las térmicas

La interconexión facilita hoy día el transporte por las electrovías de la generación de los ecovoltios, cada vez más demandados por empresas y colectivos sociales, y esta circulación anima a las empresas productoras a pujar por las concesiones, a contar con instalaciones poderosas en cualquier punto y a estar presentes con su producto en el mix energético. En esta batalla por liderar lo renovable está inmersa Iberdrola, que a principios del siglo XX rompió hitos en el Duero internacional con saltos hidroeléctricos asombrosos, y hoy hace lo propio en el Alto Támega, con aprovechamientos menos descomunales pero bien interconectados y dotados de bombeo, y, en otros territorios, con plantas fotovoltaicas y eólicas de notable magnitud. Liderar el sector de energías verdes, y despojarse de térmicas y nucleares, es una apuesta que inició hace años la empresa que preside el salmantino Ignacio Sánchez Galán.

El complejo del Alto Támega está en un tercio de su ejecución, con miles de personas y cientos maquinas de todo calado implicadas en la construcción de un mundo energético que exige presas, embalses. túneles, galerías, salas y el ensamblaje de un mayúsculo puzle formado por infinidad de elementos que hacen posible que el paso del agua almacenada produzca la magia de la corriente eléctrica que la sociedad usa de mil modos.

Es uno de los mayores proyectos hidroeléctricos de Iberdrola y de los acometidos en Europa en lo que va de siglo. Sale adelante con una inversión superior a los 1.500 millones de euros. Este gran sistema productor de kilovatios verdes es posible gracias al desarrollo de tres aprovechamientos hidroeléctricos que estarán operativos entre los años 2021 y 2023. La producción de energía eléctrica anual prevista en las centrales de Tâmega, Daivões y Gouvães asciende a cerca de 1.800 gigavatios hora (GWh) que representa más del 6% de la potencia instalada de Portugal. El ingeniero José María Otero desgranó los datos claves de gran proyecto hidroeléctrico.

El sistema de bombeo, se remarca, "es la única que permite almacenar eficientemente grandes cantidades de energía, es fundamental como soporte de otras energías renovables, sobre todo, eólica y fotovoltaica, contribuye a dar estabilidad al sistema eléctrico gracias a su gran flexibilidad de respuesta a las variaciones y modera los precios de la electricidad".

Iberdrola gestionará desde un nuevo Centro de Operaciones, emplazado en Salamanca, toda la generación hidroeléctrica de sus centrales en España y Portugal.

El compromiso con la conservación y preservación de la naturaleza y sus valores, y de minimizar los impactos derivados de una intervención de estos niveles y características, queda reflejado en los pormenores del documento de Declaración de Impacto Ambiental y en el hecho de recurrir a un plantel de ocho ambientalistas, diecisiete arqueólogos y una veintena de biólogos que han participado en prospecciones, traslados de fauna y flora protegida, y en los trabajos de monitorización, así como en desintegrar del proyecto integral el salto de Pardoselos para no incidir en la población de la margaritifera o mejillón de río.

Es una intervención que ha llevado a Iberdrola a destinar más de 50 millones de euros en medidas de compensación: en actuaciones socieconómicas y de patrimonio en las cámaras municipales. Las acciones están acordadas con los cinco municipios más vinculados al proyecto y tienen que ver con la gestión, recuperación y conservación de poblaciones forestales de especies autóctonas, la recuperación de bosques de ribera y mejora de la conectividad de los cursos fluviales, la plantación de alcornoques o la mejora de los ecosistemas acuáticos.

Con la participación de los ayuntamientos en la ejecución de estas medidas compensatorias, se conseguirán otros objetivos, que se sumarán a los de carácter biológico o medioambiental asociados a cada una de ellos, como, por ejemplo, una mejor gestión del bosque, evitar la propagación de incendios y recuperar superficies abandonadas y quemadas, al tiempo que se fomenta la contratación de mano de obra local. La responsabilidad de Medio Ambiente, Sara Joya, apuntó los pormenores.

La concesión del gobierno luso para estos aprovechamientos es por un periodo de 70 años, "prorrogables".

La previsión es que Daivões y Gouvães entre en funcionamiento en diciembre de 2021 y la presa de Alto Támega en junio de 2023.

La presa del aprovechamiento de Daivões tiene una altura de 77,5 metros, dispondrá de dos grupos que sumarán una potencia instalada de 118 megavatios (MW) y una producción de 142 gigavatios (GWh). Para mayor rendimiento este centro productor contará con un grupo adicional para el caudal ecológico de 4 MW, que añadirá una producción de 17 GWh a la planta.

En lo tocante a la central de Alto Támega la altura de la presa alcanzará los 106,5 metros, tendrá una potencia de 160 megavatios repartida en dos grupos y la producción estimada de la instalación es de 139 GWh.

El proyecto hidroeléctrico se completa con la central de bombeo de Gouvães -el mayor complejo del sistema- que suma una potencia instalada de 880 MW merced a la instalación de cuatro turbinas reversibles de 220 MW, que permitirán turbinar el agua o bombearla hacia, conforma a las necesidades de la gestión. La altura de la presa es de 30 metros y su producción estimada rondará los 1.468 GWh. Es una central soterrada en un macizo granítico a una profundidad de 321 metros. Se trata de una faraónica caverna cuya sala, de 120 metros de larga, 45 de alta y 20 de ancha, acoge las turbinas que generación del mágico producto. Su excavación ha exigido una labor minera de primer orden, realizada con los medios mecánicos y humanos más avanzados y profesionales.

En estos momentos se están acoplando es su puesto piezas impresionantes como rotores de 220 toneladas de peso, estátor de 174 toneladas, ejes de 18 y rodete de 12 toneladas que brillan como la plata de lo pulidos que están. Son piezas que proceden de Alemania y Australia, que llegan en barco hasta Oporto y, luego, en camiones especiales hasta su destino en el Alto Támega.