En una sociedad envejecida, cada vez más pequeña, donde el sonido de las campanas "a muerto" es muchísimo más frecuente que la risa de un niño, cada nacimiento es motivo de celebración no solo para una familia, sino para un pueblo entero. En Cervantes de Sanabria llevaban más de un cuarto de siglo sin vivir ese gozo, el benjamín del pueblo cumplirá dentro de poco nada menos que 27 años.... pero eso cambió en esta localidad con menos de una treintena de residentes gracias al regreso de una familia de la diáspora que vino con un niño de siete años -Víctor, que ya cumplió los 10- y que hace cuatro meses trajo al mundo al primer hijo natural de Cervantes desde 1992: Álvaro Gamito González.

Álvaro no nació en Cervantes, lo hizo en el hospital, pero por muy poquito. Su madre Jessica se puso de parto pasadas las tres de la madrugada del 15 de noviembre de 2018, "a las cuatro menos diez estábamos entrando en la autovía A-52 y a las cinco en punto ya tenía a mi niño en brazos", cuenta orgullosa la sanabresa.

Ella no creció en Cervantes, pero sus hijos sí lo harán. Los padres de Jessica emigraron a Barcelona y ella se crio en esa gran ciudad, solo volvía al pueblo de los abuelos "en las vacaciones de verano, en Semana Santa, y en algunos puentes largos". Pero siempre fue una enamorada de sus raíces: "para mi Sanabria tiene una magia muy especial", resume. Por eso, a pesar de tener un puesto fijo como enfermera en un hospital de la ciudad condal, un buen día hace tres años decidió cambiar de aires, convenció a su marido Carlos y se mudaron a Cervantes. "Mi propia familia pensó que era una locura, pero no me arrepiento de nada", recuerda. Ahora da masajes en su propia consulta de terapias naturales, donde atiende a personas de toda la comarca sanabresa y a muchas otras llegadas de Portugal, clientela no falta. El resto de la familia "están más contentos que yo, mi marido se ha adaptado tan bien que hay gente que cree que quien tiene raíces en Sanabria es él; Carlos es de Barcelona, pero ahora es más de pueblo que yo", bromea Jessica.

Su hijo mayor también es feliz con el nuevo hermanito y con las múltiples actividades de las que disfruta a lo largo de la semana en La Puebla: guitarra, malabares, batería, natación, teatro... "Mucha gente sigue pensando que el pueblo es la carretilla y las vacas, pero esto ha cambiado mucho y hoy en día tenemos de todo". En Cervantes no hay más niños que estos dos hermanos, pero a Víctor no le faltan oportunidades para socializar con otros chicos de su edad en la capital de la comarca todos los días de lunes a sábado. Los domingos suelen reservarlos para pasear en familia a lomos de sus tres caballos.

Y en cuanto al resto de vecinos de Cervantes, están muy emocionados de ver cómo el pueblo rejuvenece con Víctor y con el pequeño Álvaro. Desde hace cuatro meses el bebé es el orgullo y el centro de atención de todas las mujeres de la localidad, que lo llaman "el Belenito pequeño" por el parecido de los dos hermanos con su bisabuelo de Cervantes, apodado "el Belén". Él era el abuelo paterno de Jessica y su referente en la vida aun 14 años después de su fallecimiento. "Siempre seguiré sus pasos. Él me enseñó estas raíces y también estoy aquí en su honor", explica emocionada la madre de esta familia de repobladores de una tierra tan necesitada de más gente como ellos.