Fermoselle está implicado de lleno en el montaje del tradicional tendido taurino en los ámbitos de la Plaza Mayor, cuya estética urbana se transforma por un tiempo en un escenario diseñado para el seguimiento de espectáculos de toros de lidia, pero también eventos folclóricos, festivos y sociales organizados con motivo de las fiestas patronales de San Agustín.

Es una reconstrucción anual, que lleva haciéndose desde "antes de la Guerra Civil", cuando el carpintero Manuel Fernández "Tarabilla" decidió construir una plaza con garantías y acabar con unas empalizadas y unos tendidos de riesgo ante las acometidas de los bravos novillos que desembocaban a este coso tras abrirles las puertas en San Albín. Una costumbre que data, según apuntan en el Ayuntamiento, del siglo SXVII

Ahora es José Fernández "Tarabilla" quien comanda a un grupo de personas atareadas en llevar a buen término el ensamblaje de todo un almacén de piezas. Son elementos que conforman las barreras, las escalinatas, los asientos, los apoyos, los pilares y las sujeciones de una artesanal plaza de toros que, una vez rematada, pasa a formar parte del atractivo turístico de la villa de los Arribes del Duero y del Tormes.

"No hacen más que mirar y poner pegas, todas las que quieren" expresa José Fernández, con humor, al referirse a los que siguen las obras sin quitar ojo desde los sólidos asientos de granito dispuestos a la sombra de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Y es que el llamado, "Mentidero" o "Mentadero", es una tribuna inigualable para ver la evolución de uniones y cosidos de piezas, y para soltar la lengua. Quien no opina de maneras, lo hace de plazos y modales.

El alcalde de Fermoselle, Manuel Moya, que tiene su asiento en un lugar más privilegiado todavía, porque el balcón del Ayuntamiento ofrece una visión digna de un invitado de honor, señala que "la plaza tradicional es un símbolo de las fiestas, de reencuentro, el escenario imprescindible que nos dice que empieza uno de los mejores meses del año".

Tornillos y sobre todo puntas de toda traza es algo que debe adquirirse cada año porque no sirven las de un año para otro, comenta "Tarabilla", así como una serie de tablas que harán de asiento. Pero la esencia de los elementos de la plaza tiene mucha solera, como el denominado "abuelo", que es de encina y que suele ser el último en colocarse, porque en él estriba El Cañizo que da libertad o cerrojo a los animales. Entre los históricos maderos están los 43 postes de 1,73 metros de altura que conforman las talanqueras y que se colocan en primer plano. Son sólidos y a prueba de derrotes y cornadas de los toros. También lo son otros 43 situados en segundo plano. Luego vienen "formas, traveseros, tableros" y otras piezas del puzzle que, al final de montaje, mostrarán una obra de arte.

Aunque existen en el suelo de la Plaza Mayor unos enclaves perennes, el espíritu es no ocasionar daño alguno al pavimento y por ello abundan las cuñas de madera, insertadas en las bases de los postes para conseguir firmeza y despejar toda movilidad e inseguridad. El ensamblaje en conjunto presta a la estructura una ligazón y una unión que permite a unas 1.500 personas seguir los espectáculos con emoción y hasta con tensión. Todos son conscientes de que la seguridad es un principio capital en este ruedo porque la historia está salpicada de momentos milagrosos y también de tragedias. Los toros bravos cuando toman la plaza lo hacen sin contemplaciones, y solo la solvencia arquitectónica permite a las personas y a los astados mirarse con cercanía y en paz.

Los operarios dirigidos por José Fernández forman parte de los contratados por el Ayuntamiento acogiéndose al programa de empleo Dinamiza.

Esta edificación artística, que concede a Fermoselle una utilidad sobresaliente durante el mes de agosto, avanza con sosiego y, en poco más de una semana, se convertirá en uno de los recintos alucinantes y fotogénicos del municipio de Fermoselle para los turistas, y en una identidad para los fermosellanos llegados desde todos los rincones del mundo para festejar San Agustín con un optimismo más que visible.