Secundino Movilla López, Nino para sus paisanos, celebraba el pasado fin de semana en Prado sus bodas de oro sacerdotales rodeado de toda su familia y de sus convecinos pradeños. El festejo preparado por sorpresa en su honor comenzó con un sonoro repique de campanas a cargo de la Asociación de Campaneros de Zamora para anunciar la Eucaristía que Secundino coofició junto al párroco Miguel Morán en la iglesia de Santa Marina. La ceremonia, una solemne misa castellana, estuvo cantada por la afamada coral Senda y Surcos, de Villanueva del Campo.

En su homilía, Secundino incidió en todo lo que ha aprendido con quienes ha compartido su vida, en especial de los indígenas bolivianos y brasileños a los que ha servido como sacerdote a lo largo de los últimos 25 años. De ellos ha aprendido a amar la creación, la naturaleza que Dios nos ha regalado. Asimismo, también destacó la importancia de tener una visión global para actuar en lo local, haciendo mejor el entorno que nos rodea y la comunidad en la que vivimos. Durante toda la misa el sacerdote lució una estola misionera que le colocaron sus propias hermanas.

A continuación, todos los asistentes compartieron un refresco en hermandad, y después los jóvenes de Prado condujeron a Secundino hasta el Caño, lugar emblemático para todos los pradeños, donde Nino plantó un laurel para que cuando él regrese a brasil todos sus paisanos recuerden la importancia de respetar la naturaleza, "lo que Dios nos ha dado gratis".

Secundino sirve actualmente en la selva brasileña del Mato Grosso, en la diócesis del catalán Pedro Casaldáliga.