Monfarracinos se adelantaba al santoral para celebrar ayer las tradiciones propias del 17 de enero, día de san Antón, comenzando por la misa en honor al patrón de los animales que ofició el párroco Juan Luis Martín Barrios, seguida de la procesión, al final de la cual el sacerdote bendijo los animales domésticos que con mucho cariño y fe llevaron algunos niños para que obtuvieran la protección del santo. Conejos, roedores, un cachorro de perro y, como siempre, un burro, recibieron las gotas de agua bendita antes de la subasta de las roscas de san Antón y los dones.

Pero en Monfarracinos esta fiesta se caracteriza por cerrar el ciclo de los quintos con las relaciones que repasan los acontecimientos del último año que los jóvenes consideran más memorables, a través de los versos escritos por Sarvelino Villar. En esta ocasión eran tres, una dama, Marta, y dos caballeros, Guillermo y Alejandro, los que vistieron ropas tradicionales para hacer de cronistas, turnándose por estrofas.

La relación se iniciaba, como manda la costumbre, solicitando "licencia" a las autoridades, el alcalde y el cura, que presidía su primer día de san Antón como párroco de Monfarracinos. Cataluña, los lobos que ya rodean Monfarracinos, la sequía, el juicio a Lobo Marley o la emotiva despedida de don Pedro -el anterior cura- fueron algunos de los temas que ocuparon el tradicional recital, además de alguna anécdota personal de los protagonistas, como una pelea entre Guillermo y Alejandro cuando compartían aula en Educación Infantil, que acabó con los dos niños sangrando por las heridas que se causaron el uno al otro.

Tampoco faltó una mención para las personas que recuperaron esta tradición hace justo veinte años a través de la Asociación Cultural Monterracinos. Este colectivo sigue velando por la pervivencia de las relaciones de San Antón, además de haber introducido nuevas fiestas en la vida de Monfarracinos, demostrando ser una de las asociaciones culturales más activas de la provincia. Este año acogieron el antruejo y la gala del concurso literario de la Federación Espigas, dos acontecimientos que, por cierto, también fueron recordados en las palabras de Alejandro, Guille y Marta.

El próximo mes de mayo la generación del 2000 tomará el testigo, la última quintada nacida en el siglo XX.