Crear entornos más habitables para los insectos que se encargan de la polinización en las explotaciones agrarias. Este es el objetivo de la «Operación Polinizador» que, desde hace años, desarrolla Syngenta, compañía especializada en potenciar la agricultura eficiente y sostenible con ayuda de la ciencia y la tecnología.

El proyecto pretende crear entornos en el que los polinizadores, entre otros insectos, «encuentren un hueco» a través de la creación de hábitats específicos para ellos. «Consiste en establecer unos márgenes multifuncionales para que se conviertan en refugios para polinizadores e insectos auxiliares que se hayan visto presionados por la agricultura», explica el responsable de Agricultura Sostenible de Syngenta, Francisco García Verde.

Los especialistas de esta compañía han comprobado que en aquellos lugares en los que la agricultura es intensiva «hay un retroceso de la biodiversidad». «Hay una competencia entre la agricultura y el entorno, por lo que se puede producir un impacto», comenta como la destrucción de lugares para nidificar y la eliminación de plantas capaces de proveer polen y néctar. El proyecto busca reforzar los hábitats de esas conocidas como «lindes» entre cultivo por medio de proyectos específicos. Se incrementa la diversidad de la superficie dedicada a la agricultura mediante la implantación de fuentes de alimentos para estos polinizadores.

«Hemos seleccionado un grupo de especies autóctonas creando unas serie de semillas que nos permite tener los hábitats adecuados en esos entornos» por medio de distintas acciones como «el establecimiento de cubiertas vegetales, márgenes en torno a aguas superficiales que al final no solo van a mejorar el hábitat para estos insectos, sino que van a evitar que se pierda suelo mediante la erosión o las correntías».

Iniciativa de éxito

La «Operación Polinizador» lleva ya más de una década en marcha en el ámbito internacional y hoy en día está implantado en Norteamérica y en ocho países de la UE, adaptado completamente a las necesidades de cada país. En Europa destacan Inglaterra y Alemania con más de 5000 hectáreas de márgenes.

En España la iniciativa lleva más de tres años funcionando en fase de investigación gracias a la colaboración de instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario (IMIDA) o la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid. Con ellos se ha llevado a cabo un protocolo de establecimiento de márgenes y lindes de especies aromáticas y herbáceas, previamente seleccionadas en función de una serie de criterios técnicos como la atracción de polinizadores, la aparición de insectos beneficiosos y, en general, la mejora de la biodiversidad asociada a la producción agraria.

El entomólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Óscar Aguado ha sido el encargado de seguir la evolución de este proyecto y ha podido constatar que ha aumentado de manera «notable» el número de especies, así como el número de individuos de cada una de esas especies. «Desde el primer año se detectó un aumento en el número de especies y a partir del segundo y tercer año de proyecto hemos visto que esas especies de insectos -sobre todo abejas, mariposas y escarabajos- aumenta el número de individuos», explica.

Concretamente en Castilla y León el número de especies nuevas ha sido de unas 130 —de unas 1.500 especies de polinizadores registradas en la Península Ibérica—, y en algunas zonas se ha llegado a un incremento del 600 por cien en el número de polinizadores. Pero es que para el agricultor, en los cultivos que necesitan la polinización, sean de huerta o sean frutales, se ha dado una mejora «notable» en el resultado de la explotación. «En frutales mejora el número de frutos por árbol, el peso de cada unidad de fruta, y aumenta el grado de azúcar, por lo que revierte en mejores frutos y en la economía del agricultor. En el caso de los hortícolas como tomates, pimiento, berenjena o guisantes ocurre lo mismo, aumenta el número de frutos por vaina, el peso y la calidad», subraya Aguado.

Para García Verde, al final se trata de «buscar un equilibrio entre agricultura y entorno » que permite, además, una serie de efectos directos, como la mejora de la biodiversidad o la mejora de la calidad y rendimiento de los cultivos que dependen de la polinización como se ha podido comprobar; así como efectos indirectos, ofreciendo al agricultor una «oportunidad» para diferenciarse en el mercado y adaptarse a las demandas que los compradores empiezan a exigir para las exportaciones de determinados cultivos.

También en el caso de la última reforma de la PAC, que pone el acento en cuestiones agroambientales y de greening, «lo que se puede convertir en una oportunidad para el agricultor», insiste. Castilla y León ya está realizando sus primeros proyectos en cultivos extensivos y en viñas. «Ahora pretendemos escalarlo», avanza García Verde.

La provincia cuenta con más de 2.000 millones de abejas

Zamora cuenta con un gran potencial polinizador ya que, según algunos cálculos de profesionales del sector de la apicultura, en la provincia cumplen su «trabajo» más de 70.000 colmenas estantes, con cerca de 2.000 millones de abejas. Más difícil es contabilizar el resto de insectos polinizadores, extendidos sobre todo por las comarcas del noroeste. El problema es que las especies están amenazadas por los periodos de sequía, muy habituales en la provincia.