Fuentesaúco remataba ayer sus fiestas de La Visitación con los espantes de vaquillas, una suerte de "postre" para los más aficionados a los toros, por si les habían sabido a poco los nueve festejos de todo tipo que se han dado de viernes a domingo.

Estos espantes también sirven para que los jóvenes se habitúen a ponerse delante de un astado, con cierto riesgo pero menos peligro que si de un toro se tratase, y así quizás algún año pasen a formar parte de la línea de espantes en los festejos más emblemáticos de Fuentesaúco.

Pero sobre todo, los espantes de vaquillas sirven para que muchos atrevidos se lo pasen en grande corriendo, recortando y saltando a las vacas, que también ponía la ganadería de El Tajo y La Reina, del maestro Joselito, y que durante un largo rato corrieron por todo el prado de la Reguera propiciando una divertida mañana a los saucanos. Esta vez el número de aficionados y espectadores era menor que en los espantes, al tratarse de lunes, aun así decenas de vecinos asistieron tanto a este espectáculo como al posterior encierro por las calles que comenzó poco después de las 13 horas. Muchos lo hacían a lomos de sus elegantes caballos, en calesa, o acompañados de sus compañeros de peña y, por supuesto, no faltó la música de charanga para animar el ambiente festivo ni las bebidas para refrescarse en una mañana en la que apretaba el calor, pese a no ser tan soleada como las de los días anteriores. Los dos festejos concluyeron sin incidentes reseñables.

Por la tarde, la música de los dulzaineros de Fuentesaúco daban por concluidas unas fiestas que durante cuatro días han convertido las calles y plazas de Fuentesaúco en un hervidero de personas llegadas de toda Castilla y León, así como de otras Comunidades vecinas como Madrid, Extremadura o el País Vasco.