Los profesores y alumnos del Instituto acudieron en la mañana de ayer a la capilla ardiente para rendir a José Luis Gutiérrez un último homenaje. "El día que muera sabré que todo lo que tenía que hacer, habrá quedado resuelto para entonces" leyó una alumna, que titula el escrito "Estrella fugaz vespertina, estrella fugaz permanente". Es la frase que, según dice, oyó "un día que intentó explicar que la vida en sí es un regalo que todos deberíamos disfrutar, explotar y compartir tanto como nos fuera posible. Y nos decía que para él la suerte estaba en la dedicación y la paciencia (de la cual, riéndose, admitió que tenía poca) pero que, sin embargo, su esfuerzo le había llevado a poseer todo cuanto quería ver a su alrededor".

"Éramos cabroncetes de pequeños, y ahora seríamos unos canalletes de no haber sido por él y por los profesores" expresaba Alejandro P. llegado desde Palencia. Nada más enterarse del final del fundador del colegio buscó unos amigos y se presentó en Muga. Lo mismo hicieron otros muchos ex alumnos. Jesús Puertas llega de Cáceres y conversa con otros compañeros de Zamora y otros pagos. "Si tuviéramos que volver, volveríamos todos" expresa uno de ellos. Incluso el mismo Puertas al que calificó en una ocasión como "hijo de Satanás" y que vivió tres años expulsado de la residencia y siguiendo los estudios de pensión en una casa de Muga, "donde éramos ocho". Resaltan que el sacerdote conseguía imponer el orden "o domarles" porque "encontraba la manera, y con la mirada". También sacan a colación sus viajes a Arribes, a la presa de Almendra, a Miranda. "Quería que fuéramos felices". En la plaza se hace mención a un hombre "estricto y recto". Algo propio de un hombre de genes militares "como su padre".