Un hermoso chopo que supera los quince metros de altura domina desde la madrugada de ayer el horizonte de Fuentesaúco. El campo de fútbol vuelve a ser el escenario sobre el que los quintos saucanos representan la plenitud de la primavera, el esplendor de una juventud que tiene en el acto de "plantar el mayo" la gran fiesta de la quintada.

Una veintena de jóvenes han protagonizado este año la tradición que vive su momento culminante a las doce de la noche, cuando se planta el mayo en medio de gran expectación y no menos emoción por el reto que supone erigir un enorme tronco seleccionado entre las alamedas del pueblo.

Con la única ayuda de sus manos -por supuesto también las de muchos voluntarios sin los cuales sería imposible sacar adelante la empresa-, las cuerdas, el carro y las escaleras los jóvenes hacen posible el "milagro" de plantar el álamo en un proceso que requiere organización, coordinación y habilidad. En apenas una hora el objetivo estaba cumplido.

Los quintos y quintas de Fuentesaúco, alrededor de una veintena este año, cumplieron con la tradición y elevaron el gran tronco coronado con el muñeco y una rama de pino. Perpetuaron así una tradición ancestral que en la villa de La Guareña sigue teniendo plena vigencia, a pesar de que las quintadas de ahora son mucho más exiguas que hace décadas cuando los jóvenes, chicos y chicas, se contaban por decenas.

Sin embargo la presencia de numerosos saucanos en la fiesta del mayo vino a demostrar el vigor de este acto cargado de emoción para los quintos y quintas, pero también para sus familias.

Concluida la plantada hay que comprobar que la erguida vara esta arraigado y con plena seguridad. Fueron los "pre quintos", los jóvenes que el próximo año cumplen con la tradición, quienes se encargaron de comprobar la solidez del árbol estampando contra él un carro hasta tres veces. El tronco estaba segur, ni se inmutó aunque no tanto el muñeco que lo corona, que no aguantó la tercera embestida. Esta peculiar "prueba de seguridad" apenas tiene unos años de historia, pero desde que la primera vez un grupo de chavales lanzaran el carro ya no ha habido año en que los llamados "carreros" cumplan su papel en la puesta del mayo de Fuentesaúco.

Además de la villa de La Guareña muchos pueblos zamoranos han cumplido con esta tradición. Es el caso de Coreses, donde los quintos se pasaron toda la tarde del último día de abril trabajando, con la presencia de gran parte del pueblo, para poner en breves minutos el tradicional mayo. O el pequeño pueblo de Pontejos del Vino donde los vecinos a la voz de "unaaa, dosss y tresss" alzaron a lo más alto el mayo 2015.