Particulares de diferentes pueblos de Tierra de Campos y del Pan, que hace años optaron por la plantación de pinos en terrenos dedicados desde antaño a los cultivos cerealistas, consideran hoy día que solamente con ayudas de la Administración o con acuerdos específicos con las empresas forestales o de la combustión de la biomasa pueden evitar que los pinares caigan en el abandono.

Convencidos de su acierto, algunos decidieron destinar algunas parcelas al arbolado de pino piñonero, llevados "por la golosina" de que ayudaban este cambio de aprovechamiento, "bien con planta o con una subvención económica". Pero estos días se sienten engañados o desilusionados porque son conscientes de que no existe la debida gestión sobre estas masas arboladas. "Estamos desprotegidos de todo por las normas que hay. Tengo no sé cuántos miles de pinos, hay que hacer clareos y podas que valen mucho y, si no hay ayuda, no es posible. Estamos desamparados" afirma un propietario que prefiere no aparecer con nombre y apellidos, y que cuenta con cerca de 30 hectáreas de pinar.

Otro propietario de pinares en la zona terracampina sostiene que "el monte es riqueza", y resalta los aprovechamientos que acompañan a un pinar ya consolidado. No solo destaca las aportaciones a la oxigenación de la zona. Esta persona está convencida de que "es más provechosa una hectárea de monte que una hectárea de secano". Además, subraya que "es una riqueza de futuro, siempre que el bosque y los productos se respeten". El respetar los frutos ajenos es otra cuestión que llena de malestar a los propietarios de pinares, que ven cómo las piñas, los piñones y otros recursos les son ventilados año tras año.

"Hemos sido pioneros poniendo pinos en zonas que eran de chinacos y no muy apropiadas para otros cultivos. Antaño incluso existieron viñedos, y todo el mundo hacía vino, pero luego estos cultivos se centraron en la zona de Toro y ahora interesan otros cultivos como el pino" expresa el titular de una pinareda. Pone de manifiesto que "incluso se fomenta de la Unión Europea las repoblaciones" para valorar esta apuesta forestal. De hecho, poco a poco hay personas que van plantando en esta zona cerealista pino piñonero por considerar que un producto valorado y de futuro.

Sin embargo, la situación que pesa en estos momentos sobre los pinares de la zona mantiene a los propietarios indecisos y hasta desencantados. Lo que han visto como una alternativa no se respeta por los demás y exige unos gastos importantes en trabajos selvícolas que piensan que no se pueden acometer sin ayuda para no sufrir pérdidas. "Cuando lo pones, todo son ventajas, pero luego ves que dan subvenciones para tierras que están en baldío y apenas apoyan el mantenimiento o la adecuación de estas plantaciones" expresa un titular.

"Yo estoy dispuesto a ayudar. No es lo que la gente roba, que es prácticamente todo porque yo llegué a contar hasta dieciocho coches, de personas que a la par que se llevan los níscalos se llevan las piñas, es que te has metido en ello cuando te dicen que todo son ventajas, te pasas luego la vida trabajando y, al final, ves que no es fácil conservarlo o rentabilizarlo porque no cubres los planes de laboreo. Pensé que mejoraba la explotación y, sin subvención, no se puede" expresa un propietario. En su criterio tal vez la solución pase por llegar a acuerdos con las empresas madereras "porque lo menudo también hay que quitarlo". También tienen puestos sus ojos en las plantas de generación que se sirven de la biomasa, como es el caso de la fábrica de pellets existente en Benamariel, entre Benavente y León. El recurso de la biomasa lo contemplan como otro aprovechamiento que puede incentivar la plantación y la conservación de pinares en esta zona.