Cientos de espectadores disfrutaron ayer a placer de la evoluciones del encierro mixto organizado en Venialbo con motivo de los festejos de Nuestra Señora de la Asunción y de San Roque. La visión está favorecida en este caso por la buena disposición de la pradera donde se desarrolla el acontecimiento taurino, El Arrabal, que permite una visualización satisfactoria del ir y venir de caballistas y astados. El encierro de campo de Venialbo tiene la singularidad de que la salida de los toros es esperada por un caballista y la primera carrera del astado tras la montura y el jinete siempre tiene su aliciente. En el caso de ayer, uno de los tres toros fue recibido por dos cortadores, uno de ellos el aficionado local, Manuel, conocido por su enorme pasión, que le lleva a asistir a los acontecimientos taurinos más sobresalientes del país.

Caballista atendido

Se corrieron toros de la ganadería Miranda de Pericalvo (Salamanca),que demostraron una bravura propia de la especie y que dieron juego a los cerca de setenta caballistas que ayer eligieron este escenario para aplacar su gusanillo propio y el del propio caballo, que halla en estas lides la expresión más comprometida de su existencia. Hubo carreras para todos los gustos y no faltaron los episodios más o menos tensos o enjundiosos. Un caballista hubo de ser atendido por los servicios sanitarios a consecuencia de sufrir una caída de la montura. También se siguió con expectación la escapada de uno de los novillos que halló el modo de salirse del recinto, pero que luego fue reconducido por un ganadero hasta el escenario de la calle. Fue un encierro de campo de sensaciones agradables y Venialbo no notó ayer mella alguna, en cuanto a espectadores, por la atracción de otros encierros desarrollados en la zona. También el encierro de calle proporcionó momentos de emoción y permitió a los aficionados más arrojados comprobar por sus propios medios el carácter de los astados.

La jornada festiva prosiguió su curso en las bodegas, donde el vino y la gastronomía colmaron la capacidad y la avidez de cuantos se adentraron en sus sombras, incluidos los forasteros, pues en Venialbo las puertas de estos santuarios se abren para todo el mundo, al decir del mismo alcalde del municipio, Jesús Vara, que resalta la acogedora postura de las gentes hacia todos los allegados.

El encierro taurino organizado por los escenarios cerealistas de Coreses brilló por el número de participantes y por la pasión con la que los protagonistas cumplieron con su papel. Fue un encierro que llamó la atención por la abundancia de vehículos que se echaron al terreno y a las coronas para mejor seguir la evolución del encierro,pero también por el número de caballistas implicados. En un espectáculo vivido con fervor y con deseo no faltaron los riesgos y, como ejemplo, un joven aficionado sufrió un percance que le obligó a ser atendido y conducido a casa.