La villa de Fermoselle esconde un pasado sefardí que ayer trató de evidenciar y poner de manifiesto un grupo de estudiosos, entre los que destaca Genie Milgrom, de raíces fermosellanas, y presidenta de la Asociación Genealógica de Miami (Estados Unidos), que estuvo acompañada en la exposición por el profesor de la Universidad de Viterbo (EE.UU) y los profesores José Manuel Laureiro y Anun Barriuso.

Este enclave ribereño y fronterizo a Portugal resultó un lugar predilecto para vivir «escondido» en unos siglos marcados por la forzada reconversión al cristianismo o por la sañuda persecución de judíos, denominados, entre otros epítetos, como conversos, marranos, gallos, tornadizos, maculados, criptojudíos e incluso como portugueses, al decir del profesor José Manuel Laureiro.

El acto despertó el interés de un nutrido número de personas, que abarrotaron la sala de videoconferencias de la Casa del Parque Arribes de Fermoselle; buena parte fermosellanos que comulgan con la convicción del pasado judío y que desean ahondar en una historia que les resulta familiar merced a la tradición oral. Sin ir más lejos, ayer mismo, vecinos de Formariz expresaban su convencimiento de que Fermoselle tiene raíces judías «porque son personas que siempre han sabido hacer dinero con el negocio».

La exposición, titulada «en busca de nuestras raíces: el pasado judío de Fermoselle», fue inaugurada por el propio alcalde de Fermoselle, el popular Alejandro Fermoselle Berdión, que hizo el simbólico gesto de entregar la llave de la villa a Milgrom, quien, según señala, «he podido comprobar, a través de mi árbol genealógico, que mi familia estuvo en este pueblo hace 550 años, hasta que el abuelo decidió emigrar a Cuba en el año 1914».

Genie Milgrom aseguró ayer que «ha conseguido llevar su árbol genealógico hasta fechas anteriores a la Inquisición» y, en esta larga retrospectiva, ha tenido oportunidad «de conocer una gran cantidad de personas que han sufrido procesos inquisitoriales, sobre todo en Portugal».

Pone de relieve que en la actualidad hay poco escrito, solo unas pocas cosas, pero resalta que Fermoselle denota una tradición judía. En su criterio, «los historiadores han dejado a Fermoselle un poco fuera»; y refiere que «los judíos llegaban de Portugal hacia esta zona, donde quedaban tranquilos, escondidos y sin hacer mucha bulla».

Alude a procesos inquisitoriales sobre personas que, tras haberse convertido al catolicismo, forzada o voluntariamente, llevados por las exigencias, «volvían a practicar el judaísmo, ya fuera bajo tierra, o porque rezaban en sábado, vestían de blanco o practicaban el ayuno».

El objetivo de esta jornada de análisis sobre el judaísmo en Fermoselle es afianzar el conocimiento de un pasado sefardí, sobre el que existen lugares que posiblemente fueran sinagogas o lugares de oración. «Hemos podido ver ciertas cosas que eran como algún lugar de ritual de los judíos». Son escenarios subterráneos, más que habitados en una villa horada por centenares de bodegas y cavidades.

El profesor José Manuel Laureiro centró su exposición en mostrar diferentes símbolos judíos que pueden servir a los presentes a disponer de información sobre un pasado, que permanece cerrado y escondido, pero que puede aparecer reflejado en el mundo de bodegas o en cualquier otro escenario fermosellano. «Me imagino que en las bodegas hay información para saber más sobre la judería», señaló Genie Milgrom, que ha descubierto en su larga genealogía «a familias de zapateros, de curtidores y, al cabo, vinateros. Eran hombres de negocios que vendía y compraban». Precisa que ha encontrado descendientes de aquellas familias originarias «en Holanda, en Londres y muchos en Portugal».

Milgrom, que ha recuperado la tradición y es practicante judía, afirma que la finalidad de traer a Fermoselle esta información es para que no se pierda y se sepa del judío fermosellano. La recuperación de sus raíces es algo que salió de sí misma, «de un fuerte sentimiento que llevaba dentro». De Fermoselle destacó «la paz tranquilidad espiritual que siento cuando vengo aquí. Me fascina que Fermoselle esté como está. No hay un progreso de tiendas, de esto y de lo otro. Es como una joya conservada».