«En el cine los atrezzistas somos como los Macgyver de la película, al que acude todo el mundo, bien para pintar, cambiar una bombilla o construir cualquier elemento necesario en la decoración. Tenemos soluciones para todos». Ricardo García Villalpando, descendiente por vía materna de Cazurra, se dedica al mundo del cine como atrezzista de ambiente desde el año 1998, cuando Santiago Segura estrenó su primera película «Torrente, el brazo tonto de la ley». Coincidiendo con las vacaciones el actual presidente de la Asociación Cultural San Martín vuelve, como todos los años, a este pequeño pueblo de Tierra del Vino para disfrutar de unos días de asueto y a la espera «de que no se olviden de mi y me llamen pronto para trabajar».

-¿Cuál es exactamente su papel en el mundo del celuloide?

-Soy atrezzista de avance, uno de los que se encarga de ambientar lo que pide el departamento de arte dentro de la decoración del rodaje que se va a efectuar. Yo soy «un mandado» del director y ayudante de arte. De nuestro equipo dependen los decorados en cuanto a la luz, los elementos que deben estar y de los movimientos que hay que hacer en el mobiliario en función de los planos que tiene que filmar la cámara.

- ¿Cómo llegó a este trabajo?

-Pues realmente fue una casualidad, porque había estudiado en la Escuela de Arte de Valladolid pero fue en Madrid, trabajando en un bar de copas, cuando conocí a los directores de arte con los que normalmente trabaja Álex de la Iglesia. Gracias a ellos hice la primera de Torrente y a partir de entonces, muchísimas otras, como «La Comunidad» de Álex de la Iglesia, «Trece rosas», rodada en Madrid y Segovia, «El portero», de Gonzalo Suárez, en Llanes, y un sinfín de ellas en España y también fuera. Una de las últimas ha sido «El Libertador», sobre la vida de Simón Bolívar, que se ha rodado en España y Venezuela, pero todavía está a falta de montar.

-Trabajando desde las entretelas del cine, sin duda tendrá un montón de anécdotas que no trascienden a la pantalla.

-Sí que las hay. Quizá la más espectacular fue la que se rodó en Sevilla «Noche y Día» cuando se escaparon los toros en Cádiz porque alguien movió las talanqueras y salieron las reses a tomar el vermú con los turistas. Menos mal que no eran bravas.

-¿Hay mucha diferencia entre la imagen pública de directores y actores y la que se vive dentro del rodaje?

-El mundo del cine es complicado. Hay gente que fuera de su trabajo es encantador y diferencia muy mucho su vida personal de su profesión. Por ejemplo, Almodóvar, con quien hice «Los abrazos rotos», es un hombre serio dentro y fuera de su trabajo.

-Dentro de su apartado de ambientación seguro que es uno de los gremios más numerosos a la hora de fabricar una película.

-Sí, los decoradores y ambientadores son los más numerosos junto a los de dirección. Nosotros somos como los Macgyver con soluciones para todos.

-¿En qué película le gustaría participar que todavía no ha sido posible?

-Hombre, me encantaría formar parte del equipo de atrezzistas de un western. Es un género cinematográfico típico del viejo oeste americano que me encanta. Aquí en España solo hemos tenido un sucedáneo en Almería y los decorados los hacían los italianos.

-¿Está afectando la crisis actual al cine español?

-Yo diría que el cine español siempre ha estado en crisis, y quizá ahora se empiece a notar más. Yo por ejemplo ahora estoy un poco de vacaciones forzadas, porque cuando acabas en rodaje de una película, recoges todo y te vas al paro a esperar a que te contrate otra productora. Nunca tienes nada fijo. Espero que pronto suene la campana y me vuelvan a llamar, porque resulta bastante estresante el tiempo de espera.

-A priori parece un trabajo con el que uno no se aburre.

-Hay momentos para todo. A mí me gusta el cine aunque a veces te desesperes en este trabajo. Sin embargo, la novedad y la movilidad permite romper un poco con la monotonía, por ejemplo, con «El Libertador», que es de época y hay miles de elementos que tienes que preparar se empezó rodando en Madrid pero hemos pasado por Jerez, Cádiz o Carmona antes de que se fueran a Venezuela a grabar.

-Y ahora, en el verano, de regreso a su tierra materna, ejerce de presidente de la Asociación Cultural.

-Sí, cogí el testigo de mi padre, que también estuvo al frente con otros más de la asociación y durante el verano tenemos una semana cultural en la que convivimos todos los vecinos y procuramos pasarlo lo mejor posible. Este año hemos montado una fiesta hawaiana en la que se ha implicado todo el pueblo y por supuesto yo también he estado trabajando de atrezzista.