En la comarca de Benavente y Los Valles, donde los ríos Tera, Esla, Órbigo y Eria, además de una nutrida red de acuíferos, marcan los tiempos, la sequía en ciernes también deja notar sus efectos pero, al contrario de lo que podría parecer, no son malos, respondiendo al adagio popular de que «Navidades al sol y pascuas al humero (cañón de chimenea por donde sale el humo) es un año verdadero». «Lleva mucho sin llover pero en esta zona conviene que llueva un poco en febrero y, sobre todo, en abril. Si sale así, el campo está bien arreglado», explica Ángel González, ganadero y agricultor de Friera de Valverde. «Es mejor un invierno seco porque, si no, las cebadas salen como amarillas», precisa.

No es raro que los ganaderos de la zona siembren casi exclusivamente para poder segar, sin contar con el aprovechamiento de las subvenciones especiales para quienes lo hacen «sin echar venenos ni abonos minerales, en plan ecológico», dice Ángel. «El año que viene bueno, la gente te regala la paja pero otros hay que comprarla cara. Es el mercado y punto y ahí es donde puede afectarnos mucho la sequía», expone.

La paja cambia su valor siempre en relación con lo que ocurra en Tierra de Campos, que abarca parte de las provincias de Zamora, Valladolid y Palencia: «Si el año viene malo en Tierra de Campos, donde se cogen las grandes cantidades, nos afecta a todos. Si hay mucha paja, es que hay grano. Si no hay paja, es que el trigo y la cebada se han quedado pequeños».

La secuencia de acontecimientos determinada por el clima se convierte casi en una ciencia exacta. «Si el año viene bueno, son ellos los que mandan en Campos. Si el año viene malo, nos va dar igual coger mucho por aquí porque tenemos poco terreno y vamos a tener que comprar la paja en esa zona».