Los vecinos no daban crédito a lo que veían. Cuatro huertos de Pereruela de Sayago amanecieron ayer con diversos destrozos, en algún caso prácticamente arrasados. La gamberrada generó un patente malestar entre la población y disgusto entre los propietarios de los huertos, que no encontraban explicación a tamaña insensatez.

El trabajo de todo el año, cuando no de varios años ya que el autor o autores del atropello se llevaron por delante árboles frutales en plena producción, tirado por la borda. «Es lo que más me ha dolido, lo de los árboles, porque ya no valen para nada, nos va a tocar arrancarlos», comentaba José Miguel, uno de los afectados. El huerto que con esmero han venido cultivando él y su mujer durante los fines de semana, porque normalmente viven en Zamora, presentaba ayer una imagen desoladora. «Esto no se puede aguantar, han ido a hacer daño», comentaba el familiar de uno de los horticultores perjudicados.

Ciruelos, manzanos, membrillos y cerezos llenos de fruto quedaron por los suelos. Daba pena ver las ramas tronchadas y algunas serradas con una sierra de mano. Los gamberros destrozaron por completo los árboles frutales de uno de los huertos, donde también estaban cortadas o arrancadas las plantas de tomates y pimientos, y el melonar. «Teníamos la ilusión de sacar las cuatro hortalizas y las frutas y mira como lo han dejado todo, no te quedan ganas de nada», comentaba desolado José Miguel.

La noticia corrió como la pólvora por el pueblo, a la misma velocidad que cundía el enojo entre los vecinos. «¡A quién se le ha podido ocurrir semejante salvajada!», se lamentaba una señora. «Es que no han ido más que a hacer daño porque no se han podido llevar nada». El caso es que hortalizas y frutas estaban en algunos casos en la última fase de maduración, para empezar a recogerlo en unos días.

Ayer por la tarde agentes de la Guardia Civil acudieron a inspeccionar los destrozos, avisados por los propietarios de los huertos, para intentar dar con los responsables del desaguisado. Parece ser que los primeros indicios apuntan a dos personas, aunque sin prueba ninguna y solo con la constatación de los destrozos se hace difícil encontrar a los gamberros.

Natalio Tamame fue otro de los perjudicado. Hacia el mediodía recibía la mala noticia y el hombre no podía disimular el disgusto. «Ha sido el daño por el daño, porque si te llevan cuatro tomates o unas cebollas para comer pues bueno, pero arrasar por arrasar es que no se entiende». En su caso los desvergonzados arrancaron las plantas de pimientos, judías, cebollas, lechugas, ajos y tomates. Menos las patatas, todo quedó tocado. «Estaba muy bueno, las cebollas iban gordas y ya había unos cuantos tomates grandísimos. Ha sido una pena», se lamentaba el hombre. «Me iba por las mañanas y por las tardes y allí me pasaba el rato preparando el huerto». Así los últimos cuatro años.

Por las huellas localizadas, todo apunta a que la pareja de insensatos se ayudaron con una hoz y una sierra de mano. No se anduvieron con remilgos. Arrancaron todo lo que se encontraron a su paso, y en algún huerto se llevaron ajos. Actuaron por la noche. Con alevosía y nocturnidad.