Valparaiso.- El 14 de mayo de 1970 cambió el destino de Valparaíso. Desde que se conocieran las intenciones de construir el embalse, la pacífica vida del pueblo sufrió una sacudida que devino en la pérdida de la autonomía administrativa. El Decreto 895/1970 de 12 de marzo, firmado por Francisco Franco, sustanciaba definitivamente la anexión de Valparaíso al Ayuntamiento de Mombuey con la oposición de los primeros.

A la profética hora de las cinco de la tarde de ese 14 de mayo comenzaba en el Ayuntamiento de Mombuey la sesión extraordinaria en la que se aprobó la «incorporación, de oficio, del municipio de Valparaíso al de Mombuey». Hoy, el pueblo situado a la vera del embalse sobre el río Tera, se propone emprender el camino de retorno. Recuperar una independencia municipal que consideran usurpada y administrar unos recursos que desde hace 37 años están en manos de su "superior". Un colectivo ciudadano abandera la "batalla" que en 1970 perdieron sus convecinos y se propone restaurar la autonomía municipal con el aval de una exhaustiva investigación sobre los hechos y las circunstancias que desembocaron en la anexión. «Valparaíso quiere autogestionarse y vamos a llegar hasta el final», sentencia Valentín Blanco, uno de los representantes del colectivo ciudadano.

Hace cuatro décadas ni la oposición del pueblo ni el recurso contencioso entablado pudieron con los propósitos oficiales y Valparaíso perdía su condición de Ayuntamiento en una tensa sesión extraordinaria presidida por Porfirio Nafría Collado, en representación del Gobernador Civil de la provincia. Eran las cinco de la tarde cuando ambas corporaciones se veían las caras en la Sala Capitular del Consistorio de Mombuey con objetivos bien diferentes, como quedaría demostrado a la hora de firmar la "sentencia" de anexión.

Por parte de Mombuey el entonces alcalde, Jesús María Fernández López; acompañado de los concejales: Victoriano Fernández Vega, Miguel García Esteban y Antonio Santos González. La Corporación de Valparaíso estaba encabezada por Odón Flores Delgado como alcalde, y los concejales José Delgado Delgado, Francisco Martínez Bobillo, Salvador Pérez Fernández y el secretario, Antonio López Amedo. Actuaba como secretario de la sesión plenaria Gumersindo Fernández Alfonso.

De acuerdo con el acta de la sesión, el secretario procedió a la «lectura íntegra» del Decreto 895/1970 de 12 de marzo, inserto en el Boletín Oficial del Estado número 83 de 7 de abril de 1970 «por el que se aprueba la incorporación, de oficio, del municipio de Valparaíso al de Mombuey». En el mismo se deja constancia de los informes del Servicio Provincial de Inspección y Asesoramiento de las Corporaciones Locales, según los cuales el Municipio de Valparaíso «no puede atender en la actualidad, por falta de recursos, al sostenimiento de los servicios mínimos obligatorios y menos instalar en el futuro los que les faltan, corroborando los informes de la Diputación Provincial y Gobierno Civil este parecer contrario al referido municipio». Argumentaban que los informes del expediente «han puesto claramente de manifiesto las ventajas y beneficios que se derivarán de la incorporación para el Municipio de Valparaíso, por su incapacidad económica actual y futura para cumplir sus servicios y mejor desenvolvimiento y situación económica en progresión del municipio de Mombuey, que le permitirá atender mejor aquellos servicios...».

Argumentos que nunca entendieron la mayoría de los vecinos ni lo hacen ahora quienes reclaman la autonomía perdida, enarbolando una «deuda y memoria histórica. «Era una población que se gobernaba por concejos abiertos, no por la autoridad de un alcalde. Cuando llegó todo esto (en referencia a la disolución del Ayuntamiento) la gente se puso muy mal, no quería. Muchas personas, sin apenas medios, dieron hasta 200 pesetas de las de antes para que varios fueran a Madrid y a Zamora a defender lo suyo», rememora Valentín Blanco. «Todo fue por el pantano, el dinero del canon era muy goloso», comenta uno de los testigos de aquellos convulsos momentos. «Como antes no se podía uno manifestar, iban a Madrid y a Zamora a las instituciones».

Pero ocurrió. Con el Decreto del Ministerio de la Gobernación aprobado, la sesión plenaria del 14 de mayo de 1970 no era más que un mero trámite de unos hechos ya consumados, en contra del sentimiento generalizado de un pueblo que se negaba a perder su identidad municipal. Cuentan algunos de los testigos de aquellos acontecimientos cómo la presencia de la Guardia Civil era constante debido al clima de crispación que los vecinos no disimulaban. «¿Qué pasa, que venís a robarnos el Ayuntamiento?», recuerdan que espetó una vecina a la Benemérita. O cómo el alguacil fue prácticamente expulsado del Ayuntamiento de Valparaíso porque «usted aquí ya no pinta nada».

Pero la documentación oficial obviaba cualquier detalle humano. Lejos de ello, ensalzaba las bondades de una decisión muy contestada. En el acta de la sesión extraordinaria que disolvía definitivamente el Ayuntamiento de Valparaíso consta que de tal incorporación «extraordinaria» resultarían «beneficiados los intereses generales de ambos municipios y vecindarios, al contar con un Ayuntamiento de mayor población y por lo tanto de mayor capacidad económica, para de esta forma poder atender y hacer frente con mayor soltura, a las obligaciones mínimas que exige la Ley de Régimen Local». Posteriormente se procedió a la declaración de disolución de la Corporación Municipal de Valparaíso, quedando «integrada toda la personalidad del primero en el segundo a todos los efectos».

Sólo la firma del acta revela el desacuerdo con la decisión tomada. El alcalde de Valparaíso, Odón Flores, y los concejales José Delgado y Francisco Martínez se negaron a firmar, «alegando que tienen entablado un recurso contencioso». La negativa de los tres munícipes obligó a extender una diligencia dejando constancia de la falta de unanimidad. Finalmente el recurso se perdió. «Había mucha pesadumbre», apostilla un testigo.

Consumados los hechos, el pueblo de Valparaíso emprendió una improvisada rebelión, negándose a pagar los arbitrios a su nuevo Ayuntamiento e incluso llegaron a boicotear al propio pueblo de Mombuey desviando a otro lugar sus compras. «Venían casa por casa acompañados de la Guardia Civil a pedirnos el dinero», rememora un vecino, y así lo recuerda también un guardia que por aquellos hacía el servicio en esa zona y acompañó en más de una ejecución de pago forzosa. La autoridad vigilaba los momentos de tensión, como cuando el secretario de Mombuey se desplazó al ya extinto Ayuntamiento de Valparaíso para asumir las nuevas competencias.

El tiempo mitigó la crispación pero Valparaíso no olvidó. Casi cuatro décadas después del traumático desarraigo, descendientes de aquellos hombres y mujeres se disponen a saldar la «deuda histórica». «Que quede claro que con el vecindario de Mombuey no hay ningún problema, esto no va contra nadie, sólo queremos recuperar lo que se nos quitó. Cuando la anexión, Valparaíso tenía superávit, hemos estado abandonados desde hace años. ¿A dónde han ido a parar los ingresos del pantano?», se pregunta Valentín Blanco.

Para el alcalde de Mombuey, Jesús Leal, que tomó las riendas en mayor pasado, el tan denunciado déficit de servicios «afecta más a Mombuey, A Valparaíso no se le ha tratado mal, pero tampoco se pueden hacer milagros».