- Hablemos un poco del pasado de la comarca natural.

- La historia de Aliste, Alba y Tábara ha estado marcada por varios condicionantes: Pertenecía a distintos estados señoriales, limitación de sus cultivos, marginalidad física y avatares militares. La primera propició un férreo control señorial sobre sus vasallos, gravándoles con innumerables impuestos sobre las tierras y actividades que llevaban a cabo: agricultura, ganadería, comercio. Debido a esta presión se imposibilitó el desarrollo de estas tierras, a la vez que creó amplias redes clientelares que desembocaron, tras su desaparición, en las tramas caciquiles que perviven hoy en día. Las condiciones de los suelos de la zona oeste impusieron la preponderancia del centeno sobre el trigo salvo en contadas zonas como Faramontanos o Santa Eulalia) con una escasa incidencia de la cebada en la agricultura.

- Ha sido esta una tierra de duras fronteras naturales.

- Su localización geográfica, en la raya de Portugal por el oeste y rodeadas de ríos por el este y sur (Esla y Duero) condenó a estas regiones al aislamiento, dependiendo para sus desplazamientos hacia Zamora capital, Tierra de Campos y Sayago, del único medio de transporte para cruzar las corrientes fluviales: las barcas. Todas ellas en manos de los señores territoriales que engrosaban sus cuentas con los derechos cobrados a los transeúntes. Esta marginalidad física provocó su alejamiento de las principales vías de comunicación y por tanto económicas. La actividad comercial apenas se desarrolló en los mercados de Alcañices, Carbajales y Tábara, centros de poder económico y político, que a finales del siglo XVIII estaban avocados a desaparecer. El resto de pueblos apenas disponía de alguna taberna, viviendo en una economía de autosuficiencia fácilmente influenciable por las crisis económicas y demográficas.

- Y para colmo tierra de nadie y luchas guerreras.

- Por último su situación geopolítica fronteriza marcó el devenir de estas tierras a lo largo de los siglos, sufriendo la rapiña y el saqueo en los conflictos bélicos con Portugal. La quema de casas y sembrados provocaba el abandono de los pueblos, caso de Brandilanes a comienzos del siglo XVIII. A ello hay que unir el importante menoscabo económico que gravó a los aldeanos la estancia de las tropas en sus territorios. Buena parte de los archivos, tanto eclesiásticos como civiles, fueron saqueados, robados y quemados, desapareciendo con ellos la memoria de sus habitantes. A finales del siglo XVIII los vecinos de Carbajales declaraban que desconocían si se celebraba mercado desde hacía mucho tiempo pues los franceses durante la Guerra de Sucesión habían saqueado los archivos y chamuscado con sus papeles los cerdos. No obstante aún queda suficiente documentación en los archivos para conocer la historia de estos pueblos y la vida y pensamiento de sus habitantes.

- Alfarería de Muelas, un hito histórico. ¿Cómo está en estros momentos?

La alfarería de Muelas alcanzó notoriedad desde la Edad Media, ocupando a la mayor parte del vecindario en su elaboración y posterior venta. De ahí la importante cabaña de ganado asnal que aparece en el Catastro de Ensenada, herramienta indispensable para que los "arrieros de las ollas" transportaran su mercancía hasta Valladolid (donde con frecuencia compraban caballerías en el siglo XVI) o el País Vasco (aprovechaban los viajes de vuelta para traer hierro desde Vitoria para los mercaderes de la capital zamorana). Fue una actividad, al menos hasta el siglo XIX, principalmente masculina empleándose en ella, también, las viudas, obligadas por las necesidades económicas. De cualquier forma, pocos años antes de su desaparición era una actividad considerada menor, a la que se dedicaban las capas más humildes de la población. Esto explica su desaparición cuando comenzaron las obras del Salto y se fueron empleando en las distintas tareas. El tío Rey, alfarero afamado, abandonó los cacharros para bajar agua de la fuente del Ferradal para las obras. Hoy, la construcción del futuro Museo Alfarero y de la Arqueología, se pretende rescatar la memoria de esa incomparable alfarería, a la vez que seguir trabajando el barro de Muelas, actividad que nunca debió perderse.

«Los ríos pueden ser hoy fuente de desarrollo para nuestros pueblos»

- ¿Se puede aún pensar en el progreso real de la zona?

- A comienzos del siglo XXI las condiciones de atraso secular de estas tierras se convierten en su principal activo de desarrollo. Sus tierras reúnen condiciones más que suficientes para obtener de ellas productos de primera calidad, cuando no plenamente ecológicos. Los pastos y barbechos posibilitan la cría de corderos, cabritos y vacuno de excelente factura, además de un exquisito queso en San Martín. Su naturaleza que ha pervivido desde siglos, junto a una aceptable conservación del patrimonio arquitectónico es otro activo para atraer el turismo de interior, acompañado del reclamo de actividades como la alfarería de Moveros, entre otras, desaparecidas en la mayoría de la Península. La apertura de museos en Rabanales, Santa Eulalia o Muelas) o centros de interpretación, en Cerezal, completan una oferta cultural bastante atractiva. Pero para que llegue este turismo a cada uno de nuestros pueblos debemos exigir unas comunicaciones acordes con los tiempos que vivimos. No hablo de autovías pero sí de carreteras convencionales que sirvan de unión entre los pueblos y las cabeceras. Los ríos que antaño fueron barrera para el desarrollo y las comunicaciones deben ser hoy fuente de ingresos para nuestros pueblos a través de aprovechamientos de ocio y turismo, cuando el tiempo e Iberdrola lo permitan. Como amenaza a este desarrollo sostenible se cierne el proyecto de instalación de una central térmica de ciclo combinado en el embalse de Villalcampo, con importantes emisiones de dióxido de carbono, principal causante del cambio climático y óxidos de nitrógeno, que dan lugar a la lluvia ácida; agravadas con las de óxido de azufre si funciona con gasóleo. La mala imagen que creará para los productos agroalimentarios y el impacto psicológico en visitantes y turistas, junto a la nula incidencia en nuestro desarrollo nos hace oponernos activamente en ella.