Ricardo Rivero Ortega tomó posesión este miércoles por segundo mandato consecutivo como rector magnífico de la Universidad de Salamanca. Lo hizo ante la presencia del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, quien firmó el mandato y presidió un sencillo acto compuesto por el juramento o promesa del equipo de Gobierno, el discurso rectoral y el tradicional Gaudeamus, que sirvió como clausura. El regidor académico apeló durante su discurso a los valores de “la audacia, el tesón, la llaneza y la entereza” como claves de su labor al frente del Estudio salmantino e invocó el espíritu de Santa Teresa, Vitoria, Nebrija, Fray Luis y Unamuno.

El Paraninfo sirvió como regio escenario para que el rector mostrara las líneas maestras del mandato que comienza. Y empezó, de hecho, aludiendo en su discurso a la importancia de los principios. “El de hoy sí es un buen principio porque al venir demostráis vuestro compromiso con los fines de la Universidad, que son los del progreso humano, la realización de las capacidades de superación mediante el saber comentó a los presentes como enseñanzas de las intelectuales anteriormente mencionados, en agradecimiento a su presencia.

Un agradecimiento que personificó en Fernández Mañueco, “muy atareado estos días, y extendió a la comunidad universitaria, representada por sus órganos de gobierno y los órganos de representación: Condele, Conasoc, Juntas y Comités de PDI y de PAS, por su “espíritu universitario”. Por supuesto, agradeció a su equipo rectoral, “integrado por personas de extraordinario talento, cuyas agendas mostrarán durante los próximos cuatro años miles de horas de dedicación y servicio público”.

Así, Rivero llamó a la unidad y la suma de fuerzas para lograr los objetivos porque “la Universidad ha de ser una mostrarse como una inteligencia colectiva, uniendo las facultades, los departamentos, los institutos, las ciencias y las letras, las humanidades y las tecnologías, todo el saber”. También a aprender de la tradición y de los intelectuales que les precedieron para, entre otras cosas, que circunstancias como la pandemia “no nos pillen desprevenidos” por haber olvidado las experiencias previas. “Tengamos presente siempre el pasado, para ganar el porvenir”, recordando en este punto a las personas que ya no están a causa del virus.

Tras hablar de la familia, el amor y la espiritualidad con nuevas menciones a San Juan de la Cruz, a Santa Teresa y a Ramón y Cajal se preguntó “si en algún momento esperaron que vinieran los fondos europeos a rescatarles, si perdían el tiempo en discusiones inútiles con los ministerios o si habían de preocuparse de acreditaciones y rankings”, ensalzando las graves dificultades que atravesaron en sus tiempos. “Y luego hablan de resiliencia, sonrío yo. Aquellos sí tenían coraje, valor, perseverancia, entereza. Esa actitud debe ser nuestro norte, la de nuestros ejemplos admirables, a quienes en verdad siempre deberíamos tener presentes los responsables públicos y privados”, valoró.