Pone voz y cara al sector crítico de Ciudadanos ante un congreso en el que el partido naranja se juega su ser o no ser tras el desastre en las elecciones generales. Francisco Igea (Valladolid, 1964), médico especialista en aparato digestivo, tiene tan interiorizado que Inés Arrimadas da el mejor perfil para liderar el partido como que Ciudadanos no puede repetir los mismos errores que le han llevado a tocar fondo. Su apuesta por un partido menos "cesarista", donde las decisiones no las tome una sola persona, toma cuerpo: la reunión que tuvo lugar hace unos días en Oviedo, tuvo como objetivo impulsar en todas las agrupaciones la misma enmienda para cambiar la estructura interna y, por ejemplo, que las ejecutivas provinciales sean elegidas por los afiliados y no a dedo.

-¿Ha empezado la reconquista del centro de Ciudadanos en este cónclave de Oviedo?

-Ha empezado la reconquista de un modelo de partido acorde a lo que propugnamos hacia afuera. Somos un partido que no defiende un sistema mayoritario de elección, pero en su asamblea y en su congreso se decanta por un modelo donde no se respetan ni están representadas las minorías. Si Ciudadanos sigue así, cuando vuelva a encontrarse en una situación difícil y deba tomar una decisión solo oirá una voz en la dirección.

-¿Por qué reivindican otro modelo?

-En Ciudadanos el presidente elige a toda la ejecutiva y todo el poder territorial emana de ese ejecutivo hacia abajo. El funcionamiento del partido está destinado a repetir un error que ya hemos tenido. La falta de pluralidad genera un problema de eficacia. La ausencia de debate no es una buena estrategia. Nos ha llevado a un fracaso estrepitoso de causas estratégicas y organizativas.

-¿Cuáles?

-La ejecutiva no ha sido capaz de deliberar y debatir. De las seis personas que votamos en contra o se abstuvieron sobre mantener el veto al PSOE solo queda una en la gestora. Es lo mismo que si en el Titanic hubieran echado por la borda al que avistó el iceberg. No parece sensato ni eficaz.

-¿A qué se refiere cuando reclama contrapesos internos?

-Otros partidos tienen ejecutivas provinciales que les permiten voces discordantes para no cometer errores más graves en la estrategia. Hace tres semanas pedíamos a gritos a los barones del PSOE que alguno se levantara, que hubiera disidentes. No parece muy coherente que mientras pedimos eso, se impida que se haga lo mismo en nuestro partido. En Ciudadanos hay cargos designados como si de un título nobiliario se tratase; nosotros queremos ejecutivas autonómicas elegidas por los afiliados, ante quienes deben rendir cuentas, y no un sistema de cadena de favores, caldo de cultivo del nepotismo y el mal funcionamiento.

-¿Qué les hizo más daño, la foto de Colón o el veto al PSOE?

-El daño nos lo hizo una estrategia que incluye ambas cosas. Si solo miras para un lado es difícil que la ciudadanía te encuentre en el centro. Puede que el acto de Colón fuera necesario, pero toda la estrategia se puso en el mismo sitio.

-¿Bascularon muy a la derecha?

-La estrategia de convertirnos en el partido hegemónico del centro-derecha nos salió mal. Nuestra política de pactos autonómicos dejó sin incentivo positivo al PSOE. Esta fue una de las discusiones que hubo en la ejecutiva, donde algunos defendimos que no se podían poner todos los huevos en la misma cesta. Debíamos mantenernos en el centro y había razones para tomar otras decisiones en algunas autonomías. Nadie puede decir que Lambán o Gabilondo sean peligrosos sanchistas, alocados o populistas. En la búsqueda de esa hegemonía perdimos el sentido político de Ciudadanos y dejamos de parecer un partido de centro liberal. Pudimos ser el partido más útil de España frente al nacionalismo y los populismos, pero algunos prefirieron ser de un partido importante.

-¿Está en juego la supervivencia de Ciudadanos tras la debacle electoral del 10N?

-Ciudadanos está en parada cardiaca; o lo desfibrilamos o muere.

-¿Confrontará con Inés Arrimadas, como le retan desde la gestora?

-Nosotros vamos a hablar del partido, aunque hay quien prefiera una carrera de caballos. Queremos aclarar si este modelo que aleja al partido de sus militantes es mayoritario o no. Este es el momento de los militantes. El partido no es de la gestora, no es de Inés, no es de Villegas ni de Igea, es de los militantes. Y ahora hay que escucharles. Si quieren ponerme un trapo rojo para ver si entro, no voy a ir. Vamos a utilizar la cabeza para pensar, no para embestir.

-¿Tiene asumido que Inés Arrimadas es mejor candidata?

-Un líder se diferencia de los demás cuando en un momento de crisis levanta la bandera. Yo he asumido ese liderazgo en Castilla y León en una situación difícil. Pero en política el liderazgo exige muchas más cosas: empatía, capacidad de comunicación, proyección pública y estar en el centro de la vida política, que es el Parlamento. Todas esas características las tiene Inés. Cualquier persona en nuestro partido entiende que lo más sensato en este momento es que lo lidere quien reúne estas características. Dicho esto, uno puede ser Fernando Alonso pero no es lo mismo estar en Ferrari que en McLaren o en Honda. Hace falta el mejor equipo.

-¿Le ha pasado factura el pucherazo que denunció en las primarias de la región sobre la votación telemática?

-Evidentemente hubo gente que tenía un plan, a la que no le gustó mi denuncia, que ha dado vida al partido en Castilla y León porque conseguimos unos excelentes resultados y la campaña fue preciosa. Me gustaría que esos resultados se comparasen con los de personas que hoy dicen que somos un problema para el partido. Y, por otra parte, ni Transparencia Internacional recomienda la votación telemática. No entiendo la obcecación en mantener ese sistema, pendiente de dos causas judiciales.

-¿La destitución de Ignacio Prendes en el precongreso ha sido una venganza por sus críticas en el consejo general?

-Es una de las cosas más dolorosas, inútiles e innecesarias que he visto hacer en este partido. Solo espero que el actual portavoz del partido en Asturias tenga la mitad de capacidad, éxito y entrega que ha tenido Ignacio Prendes. Para mí es muy injusto lo que le han hecho.