"Llamo a mi mujer por teléfono varias veces y no me coge. Pienso dónde estará porque siempre me hace igual e imagino que estará con otro. Me empiezo a sobrecargar y solo puedo liberar esa rabia golpeándola. Cuando veo a mi mujer en el suelo pienso en la que he armado pero no le voy a dar la razón. Simplemente, le digo que se lo merece por lo que ha hecho". Es uno de los duros relatos que llegan a la consulta del psicólogo Vicente Martín en León, uno de los especialistas en el tratamiento de la violencia de género en Castilla y León, tanto en el abordaje de las mujeres víctimas de maltratos como en las terapias que presta a los agresores.

Tras 33 años como profesional y haber tratado a más de un centenar de maltratadores entre la consulta privada y el programa Fénix de la Junta para rehabilitar a los maltratadores, el también vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla y León asegura a la Agencia Ical que no hay un perfil de agresor sino un perfil en la conducta del maltrato. "Parece que todos los maltratadores han ido a la misma escuela porque saben cómo humillar, vejar, aislar, avergonzar, insultar y golpear", sentencia. De ahí que apunte que los temas de violencia, dominación y humillación son "tan aprendidos" que parecen genéticos.

Tienen rasgos psicológicos comunes pese a que los maltratadores son hombres de diferentes culturas, estatus y valores sociales pero todos consiguen un control de la mujer. Explica las "claves" que aplica un agresor que pasan, primero, por "enamorar" al inicio a la mujer, aprovechando su personalidad, debilidad, vulnerabilidad o porque es "normal y corriente". Luego, continúa con una serie de cursos de manipulación y seducción aunque, en el fondo, todos o una mayor parte piensan en lo mismo. "Te vas a enterar más adelante cuando te tenga". Y esa tenencia o pertenencia se da en el nivel económico, afectivo, social y familiar.

Martín asegura que cuando el hombre logra esa dependencia es cuando comienza a actuar e infringe el maltrato psicológico, emocional, físico -en la menor parte de los casos- y/o sexual -que es más habitual. Entre agresión y agresión, existen los periodos conocidos como "lunas de miel" donde se busca el perdón de la víctima.

Este psicólogo precisa que tras las vejaciones, insultos y golpes la mujer entra en un "bucle" en que siente vergüenza, se aísla de familiares y amigos porque se lo impide el hombre, su autoestima cae a mínimos y empieza a temer el castigo de su pareja. "El hombre pasa a ser para ella una especie de control emocional y si ese día el hombre está bien ella estará contenta pero si su pareja está de mal humor o irascible la mujer se mostrará triste y deprimida", manifiesta.

¿Y por qué maltrata? El psicólogo responde que hay varios motivos. De ahí que incida en la idea de hablar de maltratos en plural y no de maltrato en singular, porque hay diferencias "abismales" entre uno y otro.

Reconoce que hay hombres que maltratan por celos al sufrir delirios celotípicos, cuando se ve abordado por pensamientos "intrusivos y recurrentes" en los que, por ejemplo, imagina a su esposa manteniendo relaciones sexuales con hombres de su entorno. Otros lo hacen por su complejo de inferioridad. También los hay con un trastorno de personalidad psicopática o quienes sufren una esquizofrenia y maltratan por sus delirios. Tampoco hay que olvidarse de los que tienen una pérdida de control de impulsos por que el agresor sufre un "arrebato de ira" y pierde el control de la situación. "Es lo que más vemos en la consulta cuando dice: "Es que me provocó y exploté"".