Ya en la antigua Roma, la separación del IUS( regulación jurídica), estaba separada del FAS ( ordenación de las relaciones con los dioses). Esta separación entre Iglesia y Estado aparece regulada en el Código Decenviral o Ley de las XXII tablas, en tiempos de la monarquía romana.

Ya en la consolidación del Estado Moderno, pensadores como LOCKE, sobre temas como la vida, la libertad, y la propiedad, tanto espiritual como material; la separación de poderes de MONTESQUIEU, y las nuevas ideas del mercantitismo y los pensamientos fisiocráticos, y el : " Laissez faire, laissez passer; le monde va lui méme( dejad pasar, el mundo marcha solo). Así como la Revolución Francesa y la Independencia Americana, dan como resultado la separación definitiva de la Iglesia y del Estado.

La separación de la Iglesia y del Estado en el siglo XXI, tiene que ser acorde con los tiempos que nos toca vivir, a saber: el Estado tiene que formar a ciudadanos que respeten el Estado de Derecho, donde prime el Imperio de la Ley, y se sientan amparados por una Constitución que regule sus Derechos y Deberes, en suma: ciudadanos que se sientan verdaderamente integrados en una sociedad democrática. La Iglesia debe formar parte del mundo espiritual, o sobre humano, donde el ciudadano regule de forma muy personal su espíritu, su fe, y su relación con Dios.

La perduración de la Iglesia amparada, desde siglos en el poder y las riquezas, han ocasionado verdaderas injusticias sociales de lesa humanidad, por las que ha tenido que pedir perdón.

El ciudadano en la regulación de su FAS, tiene que actuar con un compromiso de verdadera fe en Dios, así como, con su apoyo económico, para el mantenimiento de su Iglesia, dará el resultado de un fiel comprometido con su religión, un verdadero compromiso real con Dios.

La iglesia católica tiene que llevar a cabo las ideas y enseñanzas de su lider Jesucristo, con: humildad, tolerancia, amor al prójimo..., en definitiva, un amor incondicional, basado en el perdón y la comprensión, darán con un cristiano comprometido con su fe, y así la Iglesia no dependerá de la financiación de ningún Estado.