La Opinión de Zamora

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Testimonio de un ganadero de Zamora tras los incendios: “Mi proyecto de vida es inviable”

Un ganadero de Calzadilla de Tera pide “una salida” para dejar su explotación de vacuno, “insostenible” tras el fuego, y poder partir de cero

Roberto muestra las alpacas que esta misma semana ha recibido para dar de comer a sus vacas. | Cedida

Apenas han pasado tres años desde que Roberto Álvarez, un oriundo de Calzada de Tera y que tiene su explotación ganadera en Calzadilla, decidió dejarlo todo y volver al pueblo. Hasta entonces se dedicaba a la construcción. Su ilusión por “estar tranquilo” en el entorno rural, por trabajar para él mismo, “ser mi propio jefe”, ha sido devastado por el incendio que se inició en Losacio el pasado verano y por las numerosas trabas burocráticas a las que se ha tenido que enfrentar desde entonces para poder seguir adelante.

Roberto Álvarez, muestra una imagen de su ganadería poco antes del fuego.

Explica su situación actual y lo hace emocionado, con la desesperación de no encontrar ayuda de ningún tipo para alcanzar una solución para su difícil situación económica sobrevenida, a pesar del trabajo dedicado a su negocio. Ahora mismo asegura que lo único que tiene claro es que “no voy a seguir con la ganadería, es totalmente inviable”.

Es una de las víctimas más de los fuegos y que pone sobre la mesa las dificultades por las que atraviesa el sector agroganadero en estos momentos en las zonas afectadas por los incendios, muy lejos de la imagen romántica que se suele “vender” de la vida en el mundo rural.

Roberto tiene una ganadería de vacuno en extensivo y unas 47 cabezas. Dio el paso decidido a apostar por la vida en el pueblo y “me he encontrado con todo lo peor. Ha habido una bajada de los precios de los terneros increíble, y una subida del coste del gasoil, del pienso, y el estoque ha sido el fuego. Se me quemaron los paquetones que tenía recogidos para dar de comer a mis animales y lo poco que he podido salvar y que no había recogido es lo que les he ido dando hasta ahora. Tampoco hay pastos, que eran donde salían a pastar las vacas”.

Explica Roberto que esos paquetones, unos 280, son la comida que tenía reservada para la época de frío y teme lo peor para los meses venideros. Asegura estar “desesperado” por la falta de comunicación de los organismos e instituciones, y la falta de escucha. Lamenta que “quedaron en venir desde la Junta a valorar los daños, a analizar el agua de las fuentes y hasta hoy no ha venido nadie”.

Las ayudas, no llegan ni al 20% de lo que comen las vacas

Para poder entender la desesperación de Roberto hay que tener en cuenta que lo que ha perdido en el fuego supone un 70% de la comida de sus animales, el 30% restante es la aportación que hace por su cuenta “en casa”, según explica. Pero es que, de las ayudas que recibe de la administración, asegura que “no llegan ni al 20% de lo que necesitamos para que las vacas no se mueran de hambre”, incide.

Es muy crítico con el papel de la administración en esta situación. Dice irónicamente que “una vez que se produjo el fuego y la quema enseguida nos llamaron, la Junta, Sandoval, como si fuera un entierro, dándonos el pésame”.

Además de la falta de comida para sus animales, habla de las dificultades para conseguir agua, puesto que tras el fuego muchas fuentes se secaron. Dificultades que gracias a las lluvias de estos días se han ido solventando y también por amigos o personas que han echado una mano. “La empresa que ha empezado a repartir la comida viene nos deja 20 paquetes, firmas el albarán y se acabó. Nos preguntaron si necesitábamos agua y les dije que sí porque muchas fuentes se secaron pero, a día de hoy, no hemos vuelto a saber nada del agua”.

Señala Roberto que “nadie sabe nada. Llamas a la Junta, no saben nada; le preguntas a los que vienen a repartir, no saben nada, llamas a Confederación y tienen que hacer un estudio que tarda cuatro o cinco meses y hasta entonces qué hacemos”. Ante esta situación y las dificultades económicas que ha conllevado, Roberto dice que está desesperado y que “me arrepiento de haber venido al pueblo, solo quiero dejar esto y marchar de aquí pero ni eso puedo hacer”.

"Atado" a una subvención

Y es que su situación se complica aún más por su vinculación a ayudas a las que se acogió para la puesta en marcha de su ganadería. “No puedo dejarlo porque estoy asociado a una subvención de joven ganadero, de la Junta de Castilla y León de 40.000 euros para montar la ganadería. Me dieron 20.000 euros y tendrían que venir a certificar la instalación, las vacas, todo lo que he comprado para que me den el resto de inversión. Llevan diciendo desde junio que vienen a certificarlo y por aquí no ha pasado nadie”.

Y las vacas tienen que comer. “Lo poco que saco de terneros lo pongo para dar de comer a las vacas, porque no tengo comida, me la quemó el fuego. Y no puedo pagar las letras, si pago las letras mis vacas no comen”.

Las cuentas no salen puesto que dar de comer a las vacas hasta el mes de marzo puede suponer para él un desembolso de 35.000 euros. “Si gasto el dinero en la siembra o pago letras, no puedo comprar la comida para las vacas”.

Clama este ganadero del Tera “que me dejen marchar, que me permitan dejar la ganadería sin llegar a los seis meses que me faltan para cumplir con los requisitos de la subvención, que me descuenten lo que me tengan que descontar de ese dinero que aún no me han dado, pero no tengo contestación. Si me voy antes de seis meses tendría que devolver los 40.000 euros, más la penalización, pero es que no puedo más, es insostenible”.

No ha sido fácil para Roberto la vida tranquila que se imaginó en el campo y para la que puso ganas y dinero. Recibió formación para montar la empresa, optó a las ayudas que le ofrecía la administración y todo se truncó con un fuego que ha devastado el campo y también proyectos de vida. “Ahora solo pido que mis animales no pasen hambre. Podría hacerlo más fácil reducir la ganadería a la mitad, pero mientras no me certifiquen no puedo hacer nada, estoy atado de pies y manos”.

Tampoco puede tener ingresos por otro lado. “No puedo trabajar para nadie, si me paso de 148 euros al mes me penalizan porque, según la administración, esto es inviable. Si te pones a echar cuentas del pienso que han traído en los últimos meses no toca ni a 300 gramos por vaca y vengo echando cuatro paquetes de 300 kilos diarios”.

No ve nada fácil Roberto su vida en el pueblo. Reconoce que ha tenido ayuda para dar de comer a las vacas madres, pero asegura que no es suficiente, que la ganadería no es viable, que los gastos multiplican a los ingresos y no hay manera de lograr más ingresos.

Incertidumbre y desesperación por no encontrar una salida a este proyecto que al que dio vida en la España Vaciada, con ayuda económica pero que, por culpa del fuego se ha vuelto inviable.

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