El pequeño frente al grande. David contra Goliat. Quizás eso pueda parecer a priori intentar enfrentar la tradicional Nacional- VI y la Autovía A-6, que desde hace 19 años viene absorbiendo todo el tráfico de quien quiere viajar desde Madrid a Galicia, relegando a la Nacional-VI y los territorios por los que atraviesa a un segundo plano, sumiéndolos en el olvido y el abandono y sufriendo las consecuencias del deterioro y el paso del tiempo.

Xosé Ramón Novoa conoce de primera mano la riqueza que aún mantienen estos territorios y está poniendo todo su empeño en que nuevamente sean tenidos en cuenta y reciban el reconocimiento que merecen. “Hay un montón de poblaciones que tienen mucho encanto, pero desde la llegada de la A-6, se han convertido en nombres en un letrero, la gente viaja para llegar cuanto ante al destino”, lamenta. Por ello, está desarrollando el proyecto Ruta de la N-VI, al más puro estilo de la Ruta 66 estadounidense. La diferencia es que “en vez de llegar a Santa Mónica y sentarte frente al océano Pacífico, llegas a la Torre de Hércules en Coruña y te sientas frente a la inmensidad del Atlántico”.

Esa prisa de la que habla Novoa no tiene cabida en su proyecto. Según explica, “se trata de crear un ‘road trip’, pero para viajar lento, por la carretera histórica”.

Ruta de la Nacional-VI surge a raíz de un viaje realizado por Xosé Ramón Novoa hace cuatro años por la Ruta 66. A finales de abril del presente año, nace Turislab, la primera aceleradora turística gallega, impulsada por la Xunta y que recogió en un principio hasta cincuenta proyectos diferentes. De esos cincuenta, aún quedan diez proyectos que han ido pasando los procesos de selección. Entre ellos se encuentra el liderado por Novoa y su vocación de reactivar una zona que poco a poco agoniza, aunque aún tenga mucho que ofrecer.

Para que todo ese interés turístico sea reconocido y debidamente tenido en cuenta, Novoa explica que “vamos haciendo una especie de “safari” tomando fotos, vídeos y demás de todo lo que vemos en la carretera” a fin, además, de que “cuando planteemos el proyecto a futuros ruteros, tengamos todo bajo control y todo localizado”.

Como cualquier proyecto turístico, maneja una serie de recursos específicos para poder abarcar el mayor número de viajeros. “Vamos a activar planes de viaje adaptados para todos los bolsillos, de 4, 5, 7 días...”, explica. “Puedes ir a tope, de parador en parador o de Estrella Michelin en Estrella Michelin, o ir por restaurantes u hostales de carretera que también es una aventura”, añade.

Siguiendo con su inspiración norteamericana, Novoa planea llevar a cabo multitud de eventos como conciertos o ‘rallies’ en diferentes puntos de la ruta, a fin de “dar vida a esos puntos intermedios de la ruta, esos pequeños pueblos que también tienen su encanto y que ahora van a tener una posibilidad de difusión mucho mayor”.

En este sentido, Novoa hace hincapié en la concepción de su proyecto como un “elemento de desarrollo local para tratar de asentar población y también centrarnos en las personas”.

Además, se trata de un proyecto adaptado a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías, a fin de poner el mayor número de facilidades para todos los ruteros que se embarquen en esta aventura.

“Para hacer todo este seguimiento tenemos pensado desarrollar una app que permitirá al usuario ir haciendo marcas en la ruta según la vaya haciendo y finalmente se le concedería un diploma acreditativo y otra serie de detalles a mayores por haber completado la ruta”, explica Novoa.

Proyectos como este no hacen sino beneficiar a zonas olvidadas por las Administraciones, y cuyas gentes son las que sufren la progresiva pérdida de servicios y son conscientes de que una de sus últimas esperanzas es el turismo, dada la gran riqueza que poseen.